Niños: Los peligros de Halloween / Paloma Moratilla

Durante los últimos años, han sido numerosos los casos de accidentes domésticos en los que los protagonistas son los menores, durante las celebraciones de las fiestas de Halloween. Los trajes de disfraz que se venden a precios módicos en ventas ambulantes, mercadillos, o bazares orientales pueden no haber pasado los preceptivos controles de seguridad para su uso.

Es necesario comprobar bien el tipo de tejido del que están hechos estos trajes, en muchos de los casos altamente inflamables. El peligro en Halloween lo acrecienta el uso de velas y faroles que se suelen utilizar.

No hay que olvidar que los disfraces para menores de 14 años, son considerados por la legislación “juguetes”, y como tal debe ser tu etiquetado, por lo que es fundamental comprobar el distintivo CE que nos garantizará el control de rigor.

Si somos consumidores potenciales de este tipo de prendas, se hace del todo indispensable revisar las etiquetas y comprobar la edad recomendada, los consejos de seguridad en su uso y la identificación del responsable del producto. Aunque los fabricantes pertenezcan a otro país, la legislación que deben cumplir es la del país que lo comercializa.

Además existe otro riesgo potencial en la utilización de estos elementos que son las máscaras y/o caretas, y estar especialmente alertas con los elementos utilizados para su fabricación, así como del número de aberturas que garanticen una buena ventilación,  procurando utilizar en su lugar, siempre que sea posible, maquillaje. Este deberá ser probado antes en zonas pequeñas para evitar alergias. Será un juego más divertido para los niños y entraña bastantes menos peligros siempre que se lave bien antes de irse a dormir.

Para concluir, revisar bajos de vestidos, faldas y pantalones para evitar caídas, y colocar cintas fluorescentes sobre las telas para favorecer la visualización de los pequeños cuando caminen por la calle haciendo “truco o trato”, no sin antes advertirles que no se deben comer los caramelos que no estén debidamente envueltos, ni tampoco ingerirlos en exceso.

Paloma Moratilla