UN DIA COMO HOY DE 1946. Francia cierra la frontera a España durante más de dos años.

El 21 de febrero de 1946, caía abatido por las balas, el cuerpo sin vida de Cristino García Granda, junto a las tapias del cementerio de Carabanchel Bajo (Madrid).

Ese asturiano, fogonero de profesión, prestaba sus servicios en el buque Luis Adaro, que el 17 de julio de 1936, se encontraba en Sevilla. Aquel día Cristino, junto con el resto de la tripulación se amotinaron y pusieron rumbo a Gijón, su lugar de origen y aún zona republicana.

Su valentía en la contienda se llevó a ser Teniente del ejército republicano, hasta que en 1939, con el fin de la guerra, se exilió a Francia por miedo a perder la vida con las represalias posteriores de un régimen dictatorial dirigido por el “generalísimo” Francisco Franco Bahamonde.

Cristino salió de Málaga y se metió en Malagón, ya que en su exilio se encontró con la Segunda Guerra Mundial, y fue recluido en un campo de internamiento. Sin embargo tan pronto como le fue posible, participó en esta Guerra junto a la resistencia francesa, luchando frente a la ocupación nazi de Adolf Hitler. Tal fue la valentía utilizada en la contienda, que el Ejército francés le dio el grado de teniente coronel.

Se encargó de la liberación de los presos retenidos por el bando alemán en Nimes, en la toma de Foix, y de la famosa Batalla de la Madelaine, ocurrida en el barrio parisino que lleva su nombre.

Un total de 36 españoles y 4 franceses se enfrentaron a 1.500 soldados alemanes que portaban 60 camiones, 4 semiorugas, 3 piezas de artillería y 5 blindados. El resultado fue en el bando de la agrupación de guerrilleros españoles, ninguna baja. En el bando alemán fueron alrededor de 300 muertos, 180 heridos y 1.100 prisioneros alemanes.

Esta acción hizo merecedor a Cristino, de una condecoración como “Héroe Nacional de Francia” por parte del Gobierno francés.

Tal vez ese triunfo le hizo recordar su patria y en 1944, tras reunirse con Santiago Carrillo, líder del PCE, se integró en las guerrillas españolas que habían decidido cruzar los Pirineos, pero un año más tarde fue apresado por la policía franquista.

En 1946 se celebró el juicio, donde se definió asimismo como “patriota antifranquista”. No mintió, no se rindió y se sintió orgulloso de ello cuando en su defensa ante el Tribunal dijo: “Sé bien lo que me espera, pero declaro con orgullo que cien vidas que tuviera las pondría al servicio de la causa de mi pueblo y mi patria…”

El 9 de febrero, fue condenado a muerte, junto con otros 9 compañeros.

El Ministerio del Interior francés, interpeló a la ONU para su liberación, pero el presidente del Gobierno francés, Charles de Gaulle, amigo personal de Franco, no movió ni un dedo para detener la ejecución, así que un día como hoy, 21 de febrero de 1946, Cristino fue fusilado en la tapia del cementerio de Carabanchel Bajo, donde fue enterrado en una fosa común.

Ese mismo año la plaza de La Madelaine colocó una placa conmemorativa en su honor y el Ejército francés le concedió la Cruz de Plata.

Una semana más tarde de su fusilamiento, Francia cerró la frontera con España como protesta, manteniéndola en esta situación durante más de dos años.

P. Moratilla