Un paseo por Babel

Unos van a lo suyo y los otros van a lo suyo. El grado de egoísmo crece sin límites. Los conflictos se reproducen y son ya el pan nuestro de cada día. El pan de cada uno. Hubo un tiempo en que existía la compasión, la solidaridad o la caridad, aunque a veces se tratara de un hipócrita gesto hacia la galería. Ahora, ni eso. Ya no importa que todos sepamos que todo el mundo va a lo suyo aunque la deriva afecte a los otros e incluso a la propia familia. En las familias hay líos antes de partir la herencia. Una mujer mata a sus dos hijas y se suicida después. Hay líos entre padres e hijos, entre maridos y mujeres y entre parejas que acaban de conocerse. Todos los colmillos están retorcidos. Se producen crisis mundiales muy sospechosas de las que algunos se aprovechan. Mi vecina está que trina y lo paga conmigo, yo pago el enfado de mi vecina con el primero que pillo. Los políticos están también trinando, amigos y enemigos. La pugna es ya tan compleja y tan intrincada que no se distingue la realidad, por qué empezó todo, se cierran puertas en las narices del entendimiento, quien habla más alto y crispado ha perdido la razón, algunos deciden permanecer callados en una simple estrategia de supervivencia.

Y encima llueve para disgusto de todos incluso para el campo que también está revirado. Solo algún anciano de otra época parece amable, perdone que le de la espalda. Le miran como si fuera de otro planeta, le miran quienes consiguen realizar el enorme esfuerzo de levantar la mirada de sus móviles donde los pescadores caen en las redes que son un espejo de la vida de la que todo el mundo se queja.

Apuestas amañadas, compraventa de derechos humanos, seres humanos muertos en la construcción del mayor espectáculo del mundo, ganancia de pecadores, golazo de Messi.

elObservadorDCLM