Como quien oye llover...

Existen expresiones, conocidas por todos, que hoy adquieren un significado muy especial, sobre todo la expresión de “No hace ni caso, como quien oye llover”.

Algo así le debió pasar a la Consejera de Justicia e Interior del Gobierno valenciano, Salomé Pradas. Se dedicó a escuchar la lluvia, o tal vez ni eso, porque si lo hubiera hecho, habría detectado la emergencia más rápidamente de como lo hizo.

España entera sabía que el día 29 llovería copiosamente, de forma especial se esperaba en el este y sur-este del país, debido a la insistencia de la AEMET en sus predicciones, no solo a través de su página web, sino también a través de los teletipos dirigidos a los medios de comunicación y organismos interesados en la materia.

Era tal la información disponible que Castilla-La Mancha activó el Plan de Fenómenos Meteorológicos Adversos (METEOCAM), en fase de alerta el día 28 de octubre “por lluvias intensas en la provincia de Albacete”. Así se hacía público a través de las notas de prensa que se recibieron a última hora de la mañana, un día antes del fatídico día de la Dana.

Ya el día 29, el Gobierno autonómico en Castilla-La Mancha elevó el METEOCAM a fase de emergencia “ante la evolución desfavorable de las lluvias y tormentas en la provincia de Albacete”.

A partir de ese momento, quienes leen las noticias podían imaginarse la magnitud de lo que iba ocurriendo, entre titulares como “Los servicios de emergencias rescatan a dos personas en Letur y buscan dos desaparecidos” “Una quincena de bomberos se despliegan en Letur” o “Situación muy complicada por la lluvia en Requena (Valencia) Cuenca y Granada”.

Todos estos titulares de noticias saltaron antes de que la Comunidad Valenciana activase la emergencia y no porque allí faltase información, ya que el 23 de octubre la AEMET informó de la “formación de una Dana”. El 25 de octubre informó de la aparición de “chubascos y tormentas fuertes o muy fueres para el próximo 29 de octubre” y el 29 de octubre a las 7,36 horas de la mañana estableció el “Aviso Rojo por lluvias” en la Comunidad Valenciana.

A lo largo de la mañana siguió insistiendo. A las 8.04 hablaba de “lluvias de intensidad torrencial que podría ocasionar crecidas e inundaciones”. A las 9.06 insistía en que la “alerta roja” se mantendría al menos hasta las 18.00 horas, y recomendaba “no acercarse a cauces ni ramblas, porque se están produciendo inundaciones”. A las 12.27 de la mañana a sus indicaciones acompaña un vídeo alertando de lluvias torrenciales.

El presidente de la comunidad, Carlos Mazón, … oía llover… mientras se reunía con los sindicatos… mientras recogía un premio… mientras se iba a comer….

La consejera de Justicia e Interior… oía llover… y no sabía que ni la AEMET ni la Confederación Hidrográfica del Segura lanzan alarmas. No sabía que estos organismos se limitan a dar datos sobre precipitaciones y caudales y que los responsables de cada comunidad autónoma son quienes lanzan las alertas. Castilla-La Mancha si lo sabía, pero la C. Valenciana no.

La consejera de Justicia e Interior no sabía que la AEMET tiene cuatro niveles de alerta y que sólo con el primero puede uno permitirse el lujo de … escuchar como llueve. El nivel verde, que implica que no hay ningún tipo de riesgo.

El Gobierno valenciano no sabe que la alerta amarilla, nos cuenta que no hay riesgo para la población, pero si puede haberlo para determinadas actividades, por lo que la AEMET recomienda “estar atentos y mantenerse informados”.

El Gobierno valenciano no sabe que la alerta naranja ya implica un riesgo importante, por tratarse de fenómenos poco habituales que encierran cierto peligro para las actividades habituales y por ello se recomienda “tomar precauciones”.

Y desde luego el Gobierno valenciano ignoraba por completo que la alerta roja implica un peligro extremo. Implica  un riesgo muy alto para la población y se recomienda “tomar medidas preventivas que eviten los daños y seguir las indicaciones de las autoridades y no viajar salvo que sea estrictamente necesario”.

El Gobierno valenciano no sabía que existía un sistema de alertas públicas para situaciones de emergencia o catástrofe que está previsto en la Ley de Telecomunicaciones que se probó en todas las comunidades autónomas. En la Comunidad Valenciana se probó el 27 de octubre de 2022 y en Castilla La Mancha el 2 de noviembre de 2022.

El 2 de septiembre de 2023 la entonces consejera de Justicia e Interior de la Comunidad Valenciana, explicaba que “el sistema ya estaba operativo” y que “esta red permite enviar alertas a la población que se encuentra en una zona de emergencias o catástrofes”, reconociendo además que “La Plataforma Tecnológica del 112 de la C. de Valencia ha colaborado estrechamente para ello junto al personal técnico del Ministerio de Interior”.

Elisa Núñez, que así se llamaba su predecesora, explicó que “Gracias a Es Alart  ya no será el ciudadano quien tenga que llamar al 112 para saber si hay una emergencia en su zona, sino que será el propio 112 quien avisará al ciudadano del riesgo inminente que haya en su municipio”.

¿Dónde estaba Salomé Pradas, consejera de Interior de la Valenciana, el 27 de octubre de 2022? Porque cuando se pone en marcha la alerta suena un pitido agudo, difícilmente no escuchable, acompañado de un texto en el móvil que informa de lo que está pasando y para que el sonido cese tienes que mirar el mensaje. Solo cuando el sistema detecta que se ha visto este mensaje, el pitido deja de sonar.

¿Dónde estaban Pradas y Mazón el día 29 de octubre? ¿Por qué no pusieron en marcha las alertas que hubieran salvado muchas vidas? ¿Por qué no hizo caso a las llamadas de la delegada del Gobierno en su zona? ¿No le extrañó que les llamara por teléfono el secretario de Estado de Medio Ambiente desde Colombia para interesarse por las lluvias de la Comunidad Valenciana? ¿Por qué no le hicieron falta tantos avisos a García Page?

La respuesta es evidente. García-Page escuchó llover y supo que la lluvia era muy intensa y antes de que nadie saliese perjudicado puso en marcha los mecanismos necesarios para evitar, en la medida de lo posible, la pérdida de vidas humanas. Carlos Mazón, por su parte, escuchó llover… escuchó llover… escuchó llover… escuchó llover… escuchó llover…

P. Moratilla