DCLM.ES · OPINIONES · Enrique Díez Barra
28.02.2013
Luces, sombras e imposibles en el informe de los expertos de Wert
Por Enrique Díez Barra
Dicen los miembros de la comisión creada por el ministro Wert para la reforma y mejora del sistema universitario español (SUE) en el último párrafo del preámbulo de su informe que "…no han actuado en representación de ningún organismo, institución o partido político. Sus opiniones son estrictamente personales, habiendo elaborado el presente informe de forma desinteresada y con completa independencia" y esto es de agradecer. El ánimo de estas notas es ser respetuoso con las personas que han elaborado esas opiniones, aun discrepando de algunas, y se realizan también desde la independencia, y con el bagaje de la experiencia, académica, investigadora, de gestión y política. Quede claro pues mi agradecimiento por su trabajo y mi voluntad de seguir contribuyendo a la mejora del sistema universitario español desde una posición similar a la de los miembros de comisión: personal, desinteresada e independiente.
Estas primeras notas hacen referencia al preámbulo del informe. Quedan para otro momento el análisis, y en su caso propuestas, de los puntos concretos del informe sobre selección de profesorado, evaluación, sistema de gobierno, financiación y oferta formativa.
"…el sistema universitario público español ha realizado un enorme progreso;…las universidades han contribuido de forma muy importante a la corrección de las desigualdades sociales". Esta afirmación en el primer párrafo del informe es una primera luz y de gran magnitud. Especialmente notable y cierta cuando se analiza desde Castilla-La Mancha y con el conocimiento profundo de la historia de la universidad regional. Dice mucho, y positivo, sobre los ponentes de este informe esta visión de la función general de la universidad.
Una segunda afirmación comprometida y, desde mi punto de vista, otra luz en el preámbulo es "las reformas que aquí se proponen parten de la base de que el público al que se deben las universidades está constituido en primer lugar por los estudiantes y por el conjunto de la sociedad que las financia, a cuyo progreso intelectual y bienestar económico y social deben contribuir". Y es comprometida porque de forma explícita se remata el párrafo recordando que la universidad no debe estar al servicio de sí misma. Y siendo cierto, en mi opinión, que la mayoría de las personas que trabajan en la universidad, docentes o no docentes, así lo entienden, es también cierto que hay muchos comportamientos en la línea no adecuada. Y más aún, salvo lo que roza el delito e incluso en algunos casos tampoco, no se activan, o no existen, los mecanismos de corrección que todo tipo de legislaciones y normativas teóricamente prevén para mantener a la institución dentro del cumplimiento de sus diversas misiones.
La comisión plantea que se potencia efectivamente el distrito único, esto es que cada estudiante elija dónde estudiar, porque, dice la comisión, "ni la extracción social del alumno ni su lugar de nacimiento pueden condicionar el tipo o la calidad de la enseñanza que reciben". ¡Fantástico! pero hay que añadir que junto con la luz que este principio representa aparece un primer imposible a la vista la política de becas del actual gobierno. De hecho se trabaja en sentido contrario. Ni la movilidad, ni la igualdad de oportunidades es posible si las tasas suben y las becas bajan.
Pienso que es acertado también el planteamiento sobre un nuevo modelo de gobierno, hecho sobre el cual he escrito con anterioridad, y la necesidad de preservar la autonomía universitaria. Situemos como luz el hecho de incluir entre los elementos a analizar el modelo de gobierno.
Con luz propia brilla la afirmación, repetida en todos los foros aunque olvidada a la hora de elaborar leyes de presupuestos, "los fondos que se dedican a ellas (las universidades) y a la investigación constituyen una inversión más que un gasto." De acuerdo, y también con la propuesta avanzada en el preámbulo de demandar incremento de fondos, y también en que es condición necesaria pero no suficiente; lo sabemos bien.
"La comisión desea llamar la atención sobre la enorme e innecesaria burocracia que se ha generado invocando el Plan Bolonia pese a que nada tiene que ver con él". No hacen falta comentarios. De lo vivido en el debate político-administrativo a la realidad encontrada en los pasillos de facultades, un abismo. ¡Cuándo se hará una reforma pensando en lo que el estudiante necesita aprender más que en lo que los docentes sabemos/queremos enseñar!
Algún acierto más contiene este preámbulo pero se ve superado por la imposibilidad que traduce la acción del actual gobierno. Que se proteja a los jóvenes brillantes que sean seguir una carrera docente e investigadora, ¡pero si se está despidiendo profesorado!, ¡si se cierran centros de investigación!, ¡si se reducen presupuestos para universidades y para programas de investigación! Y recuerden que la financiación de la ciencia no es la salvaguarda del quehacer de los investigadores, es la salvaguarda del modelo de desarrollo europeo, y finalmente de este modelo social, frente a aquellos otros que hacen de la explotación de las personas el centro de su actividad. En fin, buena voluntad en los miembros de la comisión.
Sombras, ya sea por el uso de lugares comunes creados por la insistencia en la repetición, ya sean visiones parciales de realidades de otros países, existen varias en este preámbulo. Porque mirar a Estados Unidos y hablar sólo del MIT, de Stanford o Berkeley, es muy parcial. Hablar de rankings sin señalar cuál es el esfuerzo inversor de los países a los que pertenecen las universidades que ocupan esos primeros 200 puestos, o el nivel de financiación de la primera universidad española comparado con cualquiera de las que aparecen en esa "prestigiosa" lista, es ver sólo una parte. La realidad española es mejorable, no se trata de matar a ningún cartero.
Y esto lleva al famoso término, excelencia. ¡Quién no va a querer excelencia! Pero ¿qué es excelencia? La Real Academia de la Lengua Española dice que es sobresalir en bondad o calidad. Y para sobresalir hay que crecer, hay que crecer en calidad. No hay un salto en el vacío desde la normalidad, o mediocridad heredada del franquismo, hasta la excelencia. Se necesita un continuo, y eso sí, exigente, camino de mejora en la calidad del sistema, del conjunto del sistema. De colinas bajas no se hace un pico elevado, como puede interpretarse en el informe, pero sepan que los montones de trigo sólo son altos si la base es grande. Pensemos pues en las sociedades, los grupos, los colectivos evolucionan; incentivemos la evolución positiva, corrijamos los abusos y desviaciones, hagamos eficientes los recursos invertidos, en fin, mejoremos la calidad gradualmente y deprisa. No vayamos a estrellarnos con salto en el vacío; la política universitaria y de investigación de este gobierno nos ha quitado la red.
Enrique Díaz Barra
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