DCLM.ES · OPINIONES · Fernando Mora
12.04.2016
De la derecha al nacionalismo asaltando los cielos
Por Fernando Mora
Nunca pensé, y seguramente tampoco los ciudadanos que lo han propiciado, que el cuatripartidismo siendo más plural haría casi imposible la formación de Gobierno en España.
En 1848, Marx redactaba el Manifiesto Comunista y hablaba del internacionalismo proletario como fuerza que unía a los "parias de la tierra", frente a la aplastante actitud de unos patronos explotadores . Estos utilizaban por entonces el nacionalismo como fuerza centrípeta para defender sus intereses frente a otras naciones – Unificaciones de Alemania e Italia - o para desgarrar sus intereses respecto de naciones mayores – caso del viejo Imperio Austro-Hungaro -. El nacionalismo era el juego de los intereses económicos, industriales y comerciales de la alta burguesía, ajeno al nuevo proletariado.
Desde 1848 el panorama ha cambiado tanto que nada de lo que entonces sucedía es ya reconocible. Hoy el capitalismo más feroz, derrumbados los muros del Telón de Acero, domina sobre el planeta, mientras la circulación de capitales carece del más mínimo control. La internacional capitalista, impensable en el siglo XIX e incluso en buena parte del XX, es una realidad incuestionable. El dinero amorfo, anárquico y sin control, es el dueño del Planeta.
Lo que está claro es que la internacional capitalista funciona mientras que los restos de la vieja internacional socialista se divide en porciones. En España, ahora los trabajadores y las nuevas clases medias (trabajadores de cuello blanco, que ya apuntaba Gramsci, que por cierto ahora se compenetran ampliamente con posturas mas liberales), o mejor dicho sus presuntos representantes, son incapaces de ponerse de acuerdo para defender sus derechos porque consideran indispensable, primero, defender los propios del nacionalismos - a través del llamado "derecho a decidir " -, sin duda la principal y única barrera insalvable para llegar a un acuerdo en la gobernabilidad de España.
Por mucho que la gente busque en el nacionalismo consuelo y refugio a los problemas coyunturales del día a día, la más pura esencia del nacionalismo sigue siendo la defensa de los intereses económicos de los herederos de la vieja burguesía catalana, los viejos particularismos que nada tienen que ver con la identidad cultural o la defensa de la lengua. El independentismo ha sido un freno al hartazgo de corrupciones, recortes de derechos, desafueros y desmanes de la derecha catalana. "La nación" lo perdona todo, mientras los ciudadanos pierden su condición de iguales para evitar con ello la lucha común en la defensa de sus derechos, que debiera propiciar la izquierda o lo que se supone que es izquierda.
Sin duda el tema catalán y sus complicaciones -aparte de algunas otras consideraciones- han sido el obstáculo de fondo para la formación de Gobierno en España, y creo no equivocarme. Me explico. Cuando en España no ha habido mayorías suficientes para formar gobierno, y ello ha sucedido en varias ocasiones, los partidos catalanes -también los vascos- han contribuido a la gobernabilidad de España, unas veces apoyando al PSOE y otras al Partido Popular. Pero hoy, los partidos nacionalistas, a pesar del sistema de cuatro partidos dominantes, siguen siendo imprescindibles para conformar mayorías. Si Mariano Rajoy no hubiera propiciado políticas de desprecio e intransigencia a lo largo de los últimos cuatro años la situación catalana no se hubiera enconado tanto, y las derechas hubiesen podido conformar Gobierno.
Algo parecido podría haber sucedido con la izquierda si el tema catalán no se hubiese puesto en el ojo del huracán. El llamado "derecho a decidir" ha sido el principal obstáculo para pactar con Podemos. Este partido, con unos magníficos resultados en Cataluña, difícilmente puede renunciar a la defensa de lo que consideran un derecho so pena de un claro menoscabo de sus perspectivas electorales. Por el contrario, el PSOE envuelto en la difícil encrucijada catalana no ha sabido ofrecer una respuesta a algo que le condenaría electoralmente de aceptarlo.
Lo paradójico de todo esto es contemplar como el obstáculo principal que la izquierda pone como premisa para llegar a acuerdos es defender lo que siempre defendió la derecha catalanista como sus derechos. El otrora "internacionalismo proletario" queda enterrado en el cofre de las esencias perdidas. Y una nueva paradoja, propia de los nuevos tiempos de cultura trasversal, aparece al comprobarse como existe un importante traspaso de votos entre Ciudadanos y En Comú – Podem, de las elecciones autonómicas a las generales en esa Comunidad, aspecto este que tiene también sus interpretaciones respecto de la pureza ideológica absoluta que algunos dicen reclamar para sí.
Mientras tanto, la derecha tradicional española contempla impávida como la izquierda es incapaz de llegar a acuerdos para la Gobernación del Estado envuelta en una aparente idea de purismo ideológico, que no admite otros principios que no sean los propios, y en la defensa de los tradicionales derechos que la derecha catalana siempre ha reclamado para sí. Mientras, los problemas de los ciudadanos aplazan su urgente solución, y lo peor se deja vía libre para que pueda ser el Partido Popular quién, al final, pueda liderar un modelo de reformas estructurales que se desarrollaran con los parámetros más conservadores y reaccionarios de este partido, solo atemperados por las relativas presiones de la derecha moderada de Ciudadanos.
Y aunque el panorama electoral es tan voluble como el propio país, todo hace presagiar que este indeseado desenlace terminará con la oportunidad de hacer cambios importantes en la estructura institucional, social y económica de este país. Quienes decidieron optar entre el Todo y la Nada, al final se quedarán con la Nada. Y es que "el cielo se toma por asalto, no por consenso" decía Pablo Iglesias parafraseando a Marx. Pero cuando la realidad es tozuda, puede pasar como a los Titanes cuando quisieron asaltar los Cielos, que los dioses les acaben enviando al Tártaro, la región más profunda del inframundo, y con ellos los necesarios y profundos cambios que España necesita y que la derecha conservadora española jamás hará.
Pero, eso sí, el problema catalán pervivirá condicionando fuertemente la Gobernación de España, amenazando a los dioses con que el cielo caiga sobre sus cabezas.
Fernando Mora Rodríguez,Politólogo.
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