Santiago quiere cerrar España y el abogado Rivera, también

El truco para obtener rédito político o electoral es prever los peores escenarios posibles y proponerlos públicamente, adelantándose a las decisiones de las autoridades para asegurar luego: “veis, soy un visionario, ya lo dije yo”.

Lo hizo la presidenta de la comunidad de Madrid, lo hizo el rector de la Universidad de Castilla-La Mancha y ahora lo hacen el abogado Albert Rivera y Santiago Abascal quien no para de avisar de los contagios que pueden traernos los inmigrantes, cargar contra la celebración de la manifa de las mujeres y luego contagiarse él mismo, probablemente de su número dos Ortega Smith en su manifa de Vistalegre, donde Vox, en plena escalada del virus, celebró su Asamblea General Ordinaria en olor de multitudes para arengar a unas 10.000 personas sin taparse la boca con el codo. Los de Vox ya no deben darse la mano y puede que descubran e instauren el más higiénico saludo nazi o fascista que (ahora me adelanto yo) debe realizarse con el brazo en un ángulo de 40 grados sobre la horizontal y un poco ladeado a la derecha. De nada.

Abascal y Rivera piden que el Gobierno decrete ya el Estado de Alarma para “limitar movimientos de los ciudadanos, cerrar comercios y adoptar decisiones nacionales coordinadas”.

Lo de Rivera es de chiste. Después de hundir a Ciudadanos convocó a los medios para contarnos que había fichado por un bufete y ahora realiza una nueva demostración pública para darnos a entender que él es quien manda en los naranjas de Arrimadas igual que Aznar manda sobre el PP de Casado a través de la argentina, aristócrata y amazónica. Otra pillería del PP y de Ciudadanos es proponer unos presupuestos y, aprovechando que el Guadiana pasa por el coronavirus, adaptarlos a su programa electoral, en fin.

El Gobierno debe ir tomando medidas según las consideraciones de los expertos y no de los aprovechados. A Rivera, Abascal, al rector de la Universidad regional y a otros les sale por un resfriado común que el escenario no esté preparado y luego se quejan de que la gente arrase con el papel higiénico.

A ellos les importa muy poco desatar el pánico porque ellos mismos son el pánico.

Gloria Gallas