Una comunity manager que"ponía en orden" la sede de CS

Ciudadanos sigue sin norte, buscando un referente porque el que tenía se marchó después de querer imponer su criterio mesiánico a nivel nacional. Ahora con la bandera en manos de Arrimadas, intenta salir de un hoyo utilizando la misma pala que sacó a Rivera de su liderazgo, con el riesgo que todo ello implica.

Pocos cambios y muchos abandonos en la formación y no solo políticos aburridos que se van, sino también laborales como hemos comprobado por la denuncia de una trabajadora a la organización por "acoso laboral" .

Si se trata o no de una denuncia falsa; o si es un movimiento político para desestabilizar a la formación, venida desde un despacho vinculado al Partido Popular en Albacete,  según el criterio del  secretario de organización de la formación, Alejandro Ruiz,  es algo que deberá quedar acreditado para que el juez pueda dictar sentencia.

Lo cierto es que Ciudadanos actualmente lucha no "contra los elementos", sino contra sus propios elementos afines. Con personas que antes eran "de confianza" y ahora pueden ser de "desconfianza" y cuando en los equipos entra en juego el elemento del recelo lo mejor es apartarlo. Es evidente que sale más barato intentar que se vayan por sí mismos que decidir un "despido improcedente".

Puede que como dice el propio Ruiz, sea "un intento de sacar dinero de una cuestión jurídica que no tiene fundamento", pero también puede ser que se haya obligado a esta trabajadora a realizar trabajos que no eran de su competencia, ya que aunque sus funciones estaban relacionadas con las redes sociales, el abogado de la denunciante por acoso laboral ha afirmado que esta trabajadora también se encargaba de "poner en orden el local", después de haber despedido a la anterior secretaria que a su vez realizaba estas mismas funciones.  

Lo sorprendente es que una secretaria o una comunity manager tengan entre sus funciones la de la limpieza del local, aunque no es todo lo sorprendente que debería ser,  ya que ocurre con demasiada frecuencia y con el abuso de los contratos basura que suelen ser "lentejas". Esta situación que puede llegar a gozar de normalidad en algunos ambientes, no debe hacernos olvidar que entre las funciones de una secretaria o de una comunity manager no está la de la limpieza ni el orden del local.

Puede que se entiendan mejor los despidos, si se tiene en cuenta que  ambas trabajadoras prestaban sus servicios a la formación cuando en ella había otros líderes. De sobra es conocido el destino de esos otros líderes de la formación, ahora le toca el turno a los más vulnerables, los trabajadores, porque esto no es más que un "daño colateral" en la guerra interna que mantiene la formación naranja. 

P.  Moratilla