Espartaco y el fin del McCarthysmo

La caza de brujas iniciada por el senador Joseph McCarthy en 1947 supuso que muchos de los profesionales de Hollywood fueran acusados de comunistas y antiamericanos en base a las delaciones de sus propios compañeros de profesión. Solo unos pocos, entre ellos el guionista Dalton Trumbo, prefirieron no admitir tales acusaciones y no permitir la intromisión en su libertad de expresión, lo que les llevó directamente a la cárcel y al ostracismo.

En el libro ‘Yo soy Espartaco’, Kirk Douglas relata con detalle cómo consiguió incluir a Trumbo, bajo el seudónimo de Sam Jackson, como guionista de la película, ocultándoselo a los Estudios Universal, los únicos que aceptaron producir Espartaco. Su alto presupuesto y el hecho de que coincidiera con el rodaje de ‘Los gladiadores’, con Yul Brynner como estrella, complicó la idea de Douglas, que sin embargo nunca se rindió. Si a esas dificultades se hubiera unido el nombre de Trumbo como guionista, Espartaco nunca habría visto la luz, o al menos no como la conocemos hoy.

“Hoy día todavía hay quien sigue tratando de justificar las listas negras. Dicen que eran necesarias para proteger a Estados Unidos. Dicen que las únicas personas que resultaron perjudicadas fueron nuestros enemigos. Mienten. Hombres, mujeres y niños inocentes vieron arruinada su vida debido a esta catástrofe nacional”, afirmaba con rotundidad Douglas en la introducción del libro, que fue publicado en EEUU en 2012 y prologado por George Clooney, que decía lo siguiente: “Es difícil imaginar hoy día lo que supuso para mucha gente la losa del macartismo” (…) “Supongo que ahora parece una nimiedad, la de reconocer en los títulos de crédito de una película la autoría de un guionista cuyo guión fue realmente responsable pero en los libros de historia este hecho aparece señalado como el instante en que se puso fin a las listas negras de Hollywood”.

A los componentes de la primera lista negra se les conocería con el nombre de ‘los diez de Hollywood’, ya que se negaron a colaborar con el Comité de Actividades Antiamericanas. Con la complicidad de los principales estudios de la época, fueron encarcelados e inhabilitados de sus empleos. Entre ellos se encontraba el guionista Dalton Trumbo, que también había escrito la novela antibelicista ‘Johnny cogió su fusil’, que más tarde llevaría al cine.

Después de pasar por prisión y exiliarse a México, Trumbo comenzó a firmar guiones con seudónimo. Era una actividad de alto riesgo, tanto para él como para los directores que se atrevían a ficharlo en esas condiciones debido a la psicosis y el miedo que se había extendido en el seno de la industria cinematográfica a través de chantajes, conspiraciones y puñaladas traperas. Trumbo tenía prohibido tener una cuenta bancaria, cobraba en negro sus guiones y su teléfono estaba intervenido por el FBI. Durante años estuvo trabajando en la sombra. Sus guiones ‘Vacaciones en Roma’ y ‘El Bravo’ fueron premiados con sendos Oscar que no pudo recoger, aunque años después le fueron reconocidos.

Kirk Douglas ya se había convertido en una gran estrella cuando se empeñó en llevar al cine la novela histórica de Howard Fast, ‘Espartaco’. Fichó a Stanley Kubrick para dirigirla y tomó una decisión que cambiaría el rumbo de la historia: no solo contrató a Dalton Trumbo para escribir el guion, sino que lo puso en los títulos de crédito por primera vez en más de diez años. Otto Preminger seguiría el ejemplo de Douglas ese mismo año reivindicando al guionista de su película ‘Exodus’.

Gracias a ellos, se rompió con el terror de las listas negras de Hollywood. Pero nada es tan sencillo como parece, había que tener el coraje de arriesgar superproducciones tan ambiciosas por defender la integridad y los valores morales y dar un puñetazo sobre la mesa frente a la censura.

Hace unos años, cuando se estrenó el biopic ‘Trumbo’, Kirk Douglas comentó lo siguiente: “Como actores, es fácil para nosotros interpretar a un héroe. Tenemos que luchar contra los malos y defender la justicia. En la vida real, las decisiones no siempre son tan fáciles, porque las consecuencias son dolorosas. A lo largo del periodo que duró la lista negra, tuve amigos que se marcharon al exilio porque nadie quería contratarlos; actores que cometieron suicidio porque estaban desesperados. Mi joven coprotagonista de ‘Detective Story’, de Lee Grant, no volvió a trabajar en doce años después de rechazar vender a su marido. Yo fui amenazado por dar trabajo a mi amigo Dalton Trumbo y me llamaron ‘commie-lover’ (amigo de los comunistas). Pero hay momentos en los que uno se da cuenta de que lo importante es luchar por los principios. Y yo estoy orgulloso de aquellos compañeros que usaron su influencia para luchar contra la injusticia”.

Con Espartaco, Douglas no solo se convirtió en la estrella cinematográfica que hemos conocido, también pasó a ser uno de los baluartes del activismo político de la época. Por su parte, Trumbo encontró el premio a sus largos años de sufrimiento incluyendo líneas de diálogo que hoy son parte de la historia del cine: “Solo un hombre que se sabe libre es capaz de liberarse de la esclavitud” o “Volveremos, y seremos millones”.

M. Félix de San Andrés