La vaselina de Page y los chantajes de los nacionalistas

En las diez ocasiones que ningún partido político en España obtuvo mayoría absoluta, fue necesario pactar con los partidos nacionalistas lo que en realidad fueron auténticos chantajes económicos a cambio de sus votos. Así, comunidades como País Vasco, Cataluña, Galicia y Canarias han ido obteniendo ventajas económicas y competenciales, tanto con gobiernos del PP como del PSOE.

Esto es radicalmente injusto para otras comunidades donde los partidos que gobiernan también obtienen los votos de sus ciudadanos pero no existen en este caso agrupaciones nacionalistas que luego vendan sus votos a cambio de esas concesiones.

Nuestra democracia debe plantearse seriamente modificar la Ley Electoral para evitar que siga repitiéndose una y otra vez la misma coacción por parte de unos territorios porque se han creado y se van consolidando ciudadanos de primera y de segunda en una España que debería ser igual para todos, nadie es más que nadie.

El nacionalismo fue un invento con una doble intención, dos ventajas sobre el resto de los territorios de consecuencias catastróficas para España: el terrorismo de ETA y el conflicto catalán.

Los políticos que alzaron la bandera de sus territorios obtuvieron pronto el respaldo de sus ciudadanos apelando a sentimientos como la raza, la historia, el ombliguismo y el victimismo, somos los mejores pero no nos quieren, etcétera. Esa fue la primera ventaja política. La segunda fue el chantaje a los partidos nacionales que precisaban sus votos para conseguir la investidura, para gobernar a toda España.

Existe otra variable mucho más perversa. Los partidos nacionalistas necesitan echar cada vez más leña al fuego de sus votantes para hacerles sentir agraviados y terminan creando un enfrentamiento de sus ciudadanos con los del resto de España. La manipulación debe ir en aumento y al final se les va de las manos porque han creado el monstruo de los ciudadanos catalanes o vascos indignados y dispuestos a todo para que sus ideólogos sigan en el poder y continúen obteniendo ventajas competenciales y económicas a las que no accede el resto de las regiones.

¿Tendremos que crear el Partido nacionalista de Castilla-La Mancha, o de Castilla y León, o de Extremadura, etcétera?

Parece que esa es la vaselina que no quiere Page para los Reyes Magos. No se trata, como de ha interpretado, como una oposición a Pedro Sánchez sino como una reivindicación justa de una región que no está dispuesta a ser más pero tampoco menos que nadie. Vamos, que no nos sigan dando por detrás dicho sea desde una ciudad que fue capital del Imperio.

elObservadorDCLM