Tenemos una deuda con los animales

Estaba cultivando su pequeño huerto, descansó un rato, nos sentamos en un banco y me dijo que se arrepentía mucho del trato que le había dado a los animales, eran otros tiempos, dijo, han pasado cincuenta o sesenta años, pero lo que hacíamos era terrible. En mi pueblo había muchos gatos y podían tener camadas de tres y hasta seis gatitos. Nos los daban a los niños para que los tirásemos al río, qué horror. También cazábamos y matábamos a todos los animales que podíamos: pájaros, mariposas, lagartijas, metíamos grillos en jaulas diminutas y a veces veíamos a galgos ahorcados. Era lo que todos hacían y nos parecía de lo más normal. Durante muchos años y aún hoy, los animales han huido de los humanos con auténtico pavor. No quiero contarte otras barbaridades que hicimos entonces. Un pariente mío montaba muy bien a caballo y era uno de los mejores arrancando con sus manos en las fiestas del pueblo cabezas de gallinas atadas a una cuerda por las patas: cómo nos divertían aquellos festejos. Y la forma de matar a las vacas y a los terneros colgándolos luego de un gancho y despiezándolos cuando aún estaban vivos...

Me produce horror recordarlo, ignorábamos nuestra crueldad. Ahora por suerte para todos ya no se hace eso en las ciudades y en los pueblos, esa crueldad ha ido desapareciendo poco a poco aunque aún persista en algunos lugares. 

Y sucedió en toda España. Supongo, que dentro de otros cincuenta o sesenta años no entenderemos cosas que hacemos ahora. En todo caso, aún huyen despavoridos, tenemos, dijo, una deuda con los animales.

elObservadorDCLM