Castilla-La Mancha lucha contra la despoblación

La despoblación puede tener serias consecuencias, no solo económicas, encareciendo los servicios esenciales de pequeños municipios; sino que además puede implicar una importante pérdida de patrimonio histórico-artístico e incluso la degeneración de los espacios naturales.

El Gobierno de Castilla-La Mancha se ha propuesto impulsar una Ley de Desarrollo Rural Territorial, con la que apostará por garantizar servicios básicos y reducir la fiscalidad en el medio rural.

Y es que los datos de la despoblación dan auténtico pánico, teniendo en cuenta no solo las consecuencias económicas, sino además las patrimoniales y las medioambientales.

Contemplada desde la perspectiva económica, la despoblación exige la búsqueda de soluciones al hecho probado de que es mucho más costoso prestar los servicios públicos esenciales en territorios con poca población, que además está envejecida y es dispersa. Algo que ocurre con frecuencia dentro de los 80 mil kilómetros cuadrados de nuestro espacio geográfico.

El diario ABC publicaba hace unos días que "La España rural se desangra demográficamente a un ritmo medio de 5 habitantes menos cada hora". Esto debería dar motivos para la reflexión a quienes opinan que es algo lejano que no nos afecta, o que afecta solo a los pequeños pueblos perdidos de la sierra o el monte, pero esto afecta de manera muy grave a 22 de las 50 provincias españolas, de las que 14 están en situación crítica.

Aunque el problema más grave lo tiene Castilla y León, y en concreto la provincia de Soria, con un 94% de sus municipios en riesgo extremo, y aunque CLM es la sexta comunidad autónoma con mayor peligro, no podemos olvidar que Guadalajara tiene un 90% de poblaciones en situación crítica mientras que Cuenca tiene un 87%. Incluso, sin llegar a ser un riesgo extremo si comienza a ser preocupante la provincia de Albacete con el 49.5% en riesgo de despoblación.

Lo preocupante es que con esta situación y el esfuerzo económico que implica, vienen aparejadas otras consecuencias ocasionadas por el, cada vez más difícil, sostenimiento del rico patrimonio histórico y artístico de los lugares despoblados. Bienes que han perdurado a través del tiempo en cada lugar y que  representan la historia de nuestra esta tierra.

Además, la reducción de habitantes en las zonas rurales y de montaña, hacen que la conservación del medio ambiente peligre, cuando grandes extensiones quedan abandonadas y privadas de cuidados y de mantenimiento, lo que coloca a estos parajes, sobre todo en épocas estivales, en la diana de los incendios.

Ciudad Real que aún no es un lugar en el que preocupe especialmente la despoblación, es una de las provincias que más habitantes perdió entre 2017-2018, junto con Cuenca, Palencia, Zamora y Cáceres.  Guadalajara, sin embargo, se encuentra entre las que más han subido su número de habitantes entre 2018-2019. Datos que pueden llevarnos a pensar que algo ya se está haciendo para luchar contra la despoblación. Lo que hace falta es que este crecimiento se mantenga en el tiempo para que los castellano-manchegos dejen de emigrar a Madrid, Comunidad Valenciana y Andalucía.  Aun así Guadalajara sigue teniendo más de 180 municipios con menos de 100 habitantes mientras Cuenca supera ya los 80.

Un dato positivo sí que tenemos en CLM: el 20.2% de la población tiene menos de 20 años y el 18.8% tiene más de 65,  lo que coloca a esta región en un lugar preferente con vistas al futuro, al superar el número de jóvenes y estar por debajo del número de mayores de 65 años de la media nacional. Todo un acicate para la lucha contra la despoblación a la que se deben sumar los esfuerzos de la política regional.

P. Moratilla