Polillas alrededor de una farola

Apelando a la estabilidad y con el fin de que no se repitiesen elecciones, el PSOE se abstuvo para qué gobernara el PP de Mariano Rajoy, lo cual le costó a los socialistas una grave crisis interna. Ahora, el PP dice que no solo no piensa abstenerse sino que dificultará todo lo posible la investidura de Pedro Sánchez. 

Numerosos dirigentes del PP, nacionales y de Castilla-La Mancha, insistieron en que debía gobernar la lista más votada, en contra de lo que denominaron “pactos de perdedores” o “pactos de los sillones”. Ahora, los perdedores, PP, Ciudanos y Vox, se disponen a seguir negociando  sus pactos tras desalojar al partido más votado en Andalucía.

Ciudadanos se presenta como un partido de centro pero veta al PSOE y forma gobiernos con la ultra derecha de Vox. También se une con el PP y está dispuesto a darle importantes alcaldías como la de Madrid, lo que supone también dar una respiración asistida, fortalecer al partido tocado y casi hundido que quieren sustituir como líder de la oposición.

Que haya más partidos políticos entre los que repartir el poder no ha significado hasta ahora más cordura ni más sensatez, ni tampoco más aportaciones para lograr la estabilidad que deseamos o mejor exigimos porque tenemos por delante importantes problemas que resolver, mucho más que ese espectáculo enquistado y egoísta de la pugna interminable entre líderes, egos, intereses y partidos. Ya terminó Juego de Tronos y hasta en aquella sangrienta saga se alcanzó un acuerdo que pudo dar paso a una época de construcción y de paz. 

Asistimos confusos a la ceremonia de las negociaciones pero pocas veces vemos en ellas virtud ni entendimiento, no apreciamos una altura humana que haga posible acuerdos, cesiones, un largo periodo de inteligencia compartida para beneficio del pueblo, del país, de Europa. 

Para salir de una vez de la interminable crisis que aún lastra los empleos dignos. Sin trascendencia y en el plano de la realidad más cruda y científica, el ser humano se enfrenta a un futuro muy incierto que afecta a nuestra supervivencia en el planeta. Donald Trump pretende debilitar Europa situándose claramente como impulsor del Brexit.

Pero ahora mismo no parece que exista siquiera un objetivo real para hacer frente desde España a estos y otros retos, sino un grupo de sardinas dentro de una lata, polillas alrededor de una farola o actores en un escenario que sin embargo es nuestra pobre y cotidiana vida real.

Sus peores actores son los que aseguran defender a España por encima de todo.

elObservadorDCLM