Hasta en las mejores familias | Lola Castro

Acaso ya se les ha olvidado las primarias en el PP, esa lucha descarnada entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal que terminó con el pacto de perdedores que aupó a Pablo Casado. O el espectáculo de los Pablos en Podemos estas últimas semanas, repudiando al hermano pequeño, Errejón, y casi diluyendo las muchas opciones que tenían de desbancar a los populares del Gobierno de la Comunidad de Madrid.

Éstas han sido todas luchas de poder, las rencillas propias de los partidos entre grupos de aliados que buscan hacerse con el control de las formaciones con malas artes: casos de espionaje, descalificaciones y traiciones.

En el PSOE también lo hubo, y no hace mucho tiempo, pero las diferencias venían por las formas de pensar de una y otra parte del socialismo, que tenían y tienen distintas opiniones sobre la política de pactos y la gestión del conflicto en Cataluña.

En el PSOE se está haciendo política, y la política trae acuerdos y desavenencias, y en los nuevos tiempos no está mal que los ciudadanos sepamos que dentro de los partidos existen los debates y las diferencias, y dentro de ellos no habita un espíritu sectario donde impera una sola forma de pensar.

Por eso, y aunque nos ha parecido raro, hemos visto como dirigentes del PSOE han criticado con fuerza la figura del “relator” en los últimos días, y muchos populares se avergonzaban de la tira de insultos que Pablo Casado le ha dedicado a Pedro Sánchez y sus nuevas amistades con la extrema derecha.

La política de hoy ya no necesita de acomplejados, sino de valientes que se atrevan a expresar lo que piensan y estén decididos a escuchar lo que no quieren dentro de sus mismas siglas, y al final siempre queda el entendimiento, sin despegar la oreja de lo que les dicen sus militantes.

Lola Castro