La grandeza y la dignidad de Santiago Abascal

Ahora llega el caballo blanco de Santiago galopando hasta encerrar España en atávicos sentimientos de grandeza y dignidad. Llega con ínfulas de reconquistar Barataria como si alguien nos la hubiera arrebatado. Simplón como Sancho pero no tan cándido, pretende el de Vox levantarnos contra un enemigo inexistente, vendernos la moto de que podemos ser grandes y que la grandeza nos inflame el corazón para abandonar las redes (sociales) y seguirle, escuchar sus parábolas en la montaña y sentirnos pletóricos, realizados, enormes ballenas en un pequeño mar atribulado.

La idea no es nueva, es una simpleza que han utilizado muchos buhoneros disfrazados de políticos para arrastrar a las masas porque ¿a quién no le gusta ser grande, que su pueblo sea el más grande, tenerla más grande o que su país sea el más grande? Apelando a la grandeza de sus países, de la raza, de la historia, han llegado a las cumbres más elevadas líderes de medio pelo, rufianes o rubiales teñidos, pintores fracasados con bigotito, un sin fin de salvadores de patrias inflamadas de grandeza. No es nuevo, dijo Séneca “A algunos se les considera grandes porque también se cuenta el pedestal” y, en este caso se trata de un pie de barro basado en magnas palabras vacías como grandeza y dignidad. Lo escribió en 1936 el alemán Bertolt Brecht en su famoso poema titulado “General”: “Otra vez se oye hablar de grandeza / Ana no llores, el tendero nos fiará”.

Dos Víctor hablaron también sobre grandeza y dignidad: el escritor francés Víctor Hugo para quien la grandeza no se mide ni por el número, ni por la estatura, sino por la inteligencia y la virtud.

El otro es nuestro Víctor, el de Mieres. En 1972, tres años antes de la muerte del dictador Francisco Franco  (Una España, grande y libre), en medio de una patria atrasada, un erial cultural y económico al lado de países como Francia o Gran Bretaña, Víctor Manuel participó en la comedia musical “Ravos” que incluía la canción “Soy de España”. Víctor lo calificó de “pasodoble borde”. Esta era parte de la letra:

“Ser español 

Ya seas de La Mancha,

De Gerona o del Ferrol;

Ser español

Es una cosa grande

Que te inflama el corazón.

Cuando viajo al extranjero

Y recorro el mundo entero

No me canso de explicar

Que a pesar de la riqueza

La cultura y libertad

Mi España vale lo que pesa

Como en España ni hablar”.

Es más grande ser humano que levantar a las masas con falsas promesas de grandeza y dignidad porque eso, la grandeza, es algo que se conquista con inteligencia y con trabajo, que no se presume de ello ni antes ni cuando se atesora y que no debería venderse como una soflama vacía, grandilocuente y digna pero carente de dignidad y, finalmente, vacía también de grandeza.

elObservadorDCLM