Las cenas de la discordia

Ya sucede en Cataluña y algunos parecen empeñados en que se extienda por toda España. El enfrentamiento político que experimentamos -pura y dura lucha por el poder- va a intentar colarse por las puertas de las casas de muchas familias españolas y en algunas de ellas se sentará a las mesas, adornadas con velas y guirnaldas. En estos días entrañables, comidas y cenas de Navidad se pueden convertir en una prolongación de irreconciliables peleas de gallos, discusiones en las que nadie estará dispuesto a ceder un ápice de razón o de sinrazón y, ante la mirada atónita y triste de algunos comensales, pueden terminar como rosarios de la aurora. Como en el fútbol y en otro tipo de riñas partidistas, la razón y el sentido común irán cediendo paso a una ofensiva cada vez más violenta pues tal es el espejo en el que nos miramos cada día, reflejo del deterioro de relaciones políticas por encima de la búsqueda de soluciones que podrían resultar más rentables y unirnos un poco más a todos. Parte de esa guerra ya está en casa, entre hermanos, padres, hijos, cuñados.

Lo peor es que ahora mismo la confrontación es el leitmotiv de numerosos partidos políticos de la oposición, su mejor y casi único argumento con el que piensan derribar al gobierno forzando unas elecciones en las que piensan sumar para sentarse al fin de nuevo en el trono de las espadas. Parece impensable que la tensión se relaje por lo que algunos no tendrán más remedio que pelearse hasta que alguien se levante de la silla y de un portazo. En el mejor de los casos.

Podríamos pensar en darnos una tregua a ver si, mientras tanto, reflexionamos. No van a hacerlo quienes han situado la confrontación en el norte de su estrategia.

elObservadorDCLM