El V.A.R. manda en la capital / Martín D'ors

Corría el minuto 30 del derby futbolístico de la capital cuando las imágenes repetidas por televisión mostraron, sin lugar a dudas, que Casemiro había desviado con la mano dentro de su propia área el balón centrado por Koke. En ese momento los atléticos aún creían en que esto del VAR iba, por fin, a acabar con los habituales errores arbitrales que los rojiblancos han venido sufriendo desde la noche de los tiempos. Un minuto después quedó claro que la tecnología tampoco iba a servir para que la justicia en el futbol se aplique de manera equitativa a todos.

A partir de ahí, discusiones de taberna portuaria  han inundado los diferentes medios de comunicación para tratar de justificar lo difícilmente justificable. Que si las tres reglas de la circular del Colegio de árbitros, que si la mano al balón o el balón a la mano, que si la abuela fuma, que si tal y que si pascual.

Y fue en ese instante cuando, por encima de discusiones absurdas, quedó instaurado el que podríamos denominar “primer principio del V.A.R” que, a su vez, podrá ser utilizado también como aviso a navegantes: “Las imágenes se revisaran siempre y cuando nosotros queramos” el Grupo Especial de “surveillance” dixit. Una jugada muy similar a esa que no fue objeto ni tan siquiera de duda por parte del equipo arbitral del partido, fue considerada penalti por el árbitro de toda una final del Campeonato mundial de fútbol celebrado este verano en Rusia, tras ser avisado por sus compañeros del VAR. Oiga, una final de un mundial. Aquí ni se revisa.

Público y jugadores en general estábamos ya acostumbrados a que en estas grandes ocasiones los árbitros siempre hacían la vista gorda y miraban hacia otro lado, amparando sus decisiones (o ausencia de estas) en el hecho de que todo era tan rápido que cualquiera podría equivocarse. Una faltita no pitada por allí, un fuera de juego inexistente cobrado por allá, esa segunda tarjeta amarilla perdonada por un yo no se bien que…. Esa mano que no se ve.  El error humano como factor insalvable en el fútbol. Consecuentemente, ese mismo mundo del fútbol, incluidos los espectadores, acogió con franca esperanza este sistema que parecía venía a paliar, de alguna manera, las carencias expresadas por los pobres árbitros y que les hacían caer una y otra vez en errores involuntarios que, en numerosas ocasiones, afectaban directamente al resultado final del encuentro. Y siempre, curiosamente, a favor de los equipos más poderosos.

Por eso, en el partido del sábado, se pudieron entender como algo típico algunas de las decisiones adoptadas por el trencilla de turno porque, perdonar alguna que otra falta digna de sanción con tarjeta amarilla (como por ejemplo la patada de Carvajal sobre Rodrigo a eso del minuto 52 del partido y que le habría supuesto su expulsión), cabe catalogarse como dentro de lo habitual en la mas pura tradición futbolística. Aunque ha de reconocerse que esta situación contribuyó a acrecentar el run run de los espectadores y profesionales neutrales sobre la falta de utilidad real de esta nueva aplicación.

Para cuando Sergio Ramos decidió soltar su brazo a pasear haciendo tope con la cabeza del delantero del Atlético Kalinic, la credibilidad del V.A.R. en el fútbol español ya estaba herida de muerte.  Y el cómo se resolvió la situación no fue más que una suerte de certero descabello al invento moribundo. Y nadie mejor que el central de Camas para certificar su defunción. No podía ser otro que el jugador más veces expulsado de la historia de la liga Española el que, con su acción, (mas el discreto disimulo del Equipo VAR en pleno) dejarán bien a la vista de todos que es el V.A.R. el que manda en la capital.

Como oí decir a alguien a la salida del Bernabéu en la noche del partido:

“Bueno esto de VAR ya se sabía lo que iba a ser, los que deciden en él son los mismos que aplicaban un reglamento particular a determinados equipos cuando estaban en activo. Y los jefes de los que deciden en el VAR son los mismos que crearon el reglamento y ordenaban aplicarlo”. Su acompañante, con mas mala leche aún le espetó “ Vamos, que el VAR en España es como poner a Cristiano de juez único del Balón de Oro”.

¡Lo que hay que oír!

Antonio Martín D'ors