Una gran reforma / García Casarrubios

La obligatoriedad y la universalidad que exhibe hoy nuestro sistema educativo, se debe en buena parte, a iniciativas que tuvieron lugar en los 14 años, del 82 al 96, de Gobierno socialista. Digo en buena parte. Y es que el derecho a la Educación con igualdad de oportunidades para todos, es propia, así ha sido siempre, de inquietudes progresistas. El progresismo busca la universalidad y el conservadurismo busca la selección. Pero eso ya pasó; ya lo tenemos. Ahora procede seguir avanzando.

El paso siguiente es, necesariamente, la supresión de exámenes y calificaciones en los tramos de enseñanza obligatoria. Lo venimos diciendo, desde hace mucho tiempo, en este Foro. Es inconcebible que a un alumno que se encuentra obligado se le impongan barreras para seguir adelante. Los contenidos y las barreras solo se conciben en enseñanzas voluntarias. Ahí sí. Si quiere lograr ese nivel tiene que superar las pruebas necesarias. Pero en la enseñanza obligatoria no.

El objetivo fundamental de un alumno que se encuentra forzado en una situación deber ser que se sienta integrado en el sistema, que se sienta a gusto, que comprenda que está ahí por su bien. Que se sienta realizado con el trabajo que está haciendo. Que realice mayoritariamente trabajos que él mismo elija. Si queremos avanzar en la universalización hay que lograr que esos alumnos estén motivados. Que vayan a clase con ilusión, y sin el miedo al sistema. ¿Es fácil? No. Hace falta un profesorado con esa mentalidad, y unos presupuestos que permitan organizar los centros en grupos muy pequeños; que la enseñanza sea totalmente personalizada.

Julio García-Casarrubios Sainz
Valdepeñas. Ciudad-Real

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