Víctor Jara: "…la vida es eterna en cinco minutos" / Paloma Moratilla

Cuando preguntaron a Víctor Jara ¿que es la Patria? en uno de los interrogatorios con torturas a los que fue sometido, el poeta respondió: ” Patria es el amor a mi hogar, mi mujer y mis hijos. Es  amor a la tierra que me ha ayudado a  vivir; es el amor a la educación y al trabajo; es amor a los demás que trabajan por el bienestar común; es amor a la justicia como instrumento del equilibrio para la dignidad del hombre; es el amor a la paz para gozar de la vida… Su vocabulario debía estar muy lejos de quienes son sabían escuchar. No entendieron nada y los golpes se sucedieron. Golpearon su rostro con la culata del arma y poco faltó para estallar su globo ocular. Levantó la cara con una sonrisa que enfureció aún mas a sus torturadores. ¿No fumas? le preguntaron. El respondió: No. “Pues ahora vas a fumar”. Arrojaron un cigarrillo al suelo y le obligaron a recogerle. Cuando sus manos se abrieron para cumplir la orden las botas militares se ocuparon en pisotearlas haciendo añicos sus dedos mientras el oficial se reía al tiempo que sentenciaba ¡A ver si ahora tocas la guitarra¡. Probablemente en ese momento fue consciente de que estaba metido en un acto militar injusto y fascista que se cobraría 3.200 muertos y desaparecidos, 30.000 torturados y decenas de miles de exiliados de su tierra: Chile.

Pero Víctor tenía dos armas muy peligrosas para la dictadura, su guitarra y su voz. El podría seguir cantando esa poesía comprometida en favor de los campesinos, los trabajadores, los obreros y la paz. Pronto acabaron con el peligro cortándole la lengua para después jugar a ruleta rusa con su cabeza y comprobar que su miedo  no existía. Hicieron simulacros de fusilamientos con su cuerpo dolorido y ensangrentado, mientras apagaban cigarrillos sobre su piel hasta que el quinto día lo acribillaron con 44 balas, para arrojar su cuerpo sobre unos matorrales en los alrededores del cementerio rociado de cal.

De nada sirve que 45 años después hayan condenado al asesino de Víctor Jara a pagar una indemnización de 28 millones de dólares a su familia. No merecía ese cruento final, no había cometido ningún delito, solo defendió sus ideas. Su vida no tenía ni aún hoy tiene precio alguno porque no se puede poner precio al arte, ni al padre, hermano, esposo o amigo.

Uno de sus alumnos le prestó antes de morir un trozo de papel donde pudo escribir: “Canto que mal que sales / cuando tengo que cantar espanto / Espanto como el que vivo / Espanto como el que muero.”  Su suplicio no fueron cinco minutos, sino cinco largos días, su recuerdo imborrable eternamente, al fin y al cabo “la vida es eterna en cinco minutos… los cinco minutos, te hacen florecer”.

Paloma Moratilla

Reflexiones ante la obra de Teo Puebla "MEMORIA Y GRATITUD" (13/14)  

Aviso al Lector: El Diario de Castilla-La Mancha acerca cada sábado a los lectores la obra del pintor toledano Teo Puebla, perteneciente a su próxima exposición titulada MEMORIA Y GRATITUD