La Manada somos todos

La sección segunda de la Audiencia de Navarra que ha dictado libertad bajo fianza de 6.000 euros para los acusados de La Manada, está compuesta por tres magistrados. Francisco Cobo (presidente), Raquel Fernandino y Ricardo González. La opinión de este último es conocida en todo el país, por ser el motor de las más grandes movilizaciones de mujeres en un pasado muy reciente. La nauseabunda redacción de su voto particular, fue motivo suficiente para que miles de mujeres salieran de sus casas a clamar "No es abuso, es violación". Sin entrar en argumentos jurídicos, que probablemente avalan su razonamiento en favor de la libre absolución de los acusados, es necesario tener presente hacia dónde vamos. Qué sociedad es la que queremos. En qué sociedad nos estamos transformando, cuando el 95% de las mujeres sienten “alivio” al comprobar que es otra mujer la que camina tras ella en la noche por una calle poco transitada.

Seguramente ha sido otro razonamiento jurídico y ajustado a derecho el responsable del cambio de opinión de la Juez Raquel Fernandino para que una vez habiéndolos considerado culpables de un delito de "abusos sexuales" ahora los deje en libertad bajo fianza de 6.000 euros.

De cualquier manera, las decisiones judiciales siempre han de estar argumentadas, definidas y delimitadas jurídicamente, lo que induce a pensar que esta decisión, de la libertad condicional, es conforme al espíritu de la ley, aunque era previsible de nuevo la alarma social, por una decisión que en la calle se puede calificar como "inexplicable". La empatía nos hace colocarnos en la piel de la víctima que fue violada, abusada sexualmente, robada. Se puso en duda su testimonio. Sometida al visionado de las imágenes que muestran públicamente su  daño, para enfrentarse a una sentencia que probablemente considere injusta. Ahora además, tiene que vivir con la amenaza de que sus violadores o abusadores sexuales están en la calle y pueden caminar cualquier noche tras ella, aunque eso solo ocurra en su mente.

El problema no es de la víctima, ni del juez que aplica el derecho y puede que tampoco de los legisladores. El problema es la existencia de mal-nacidos que transitan por la vida de forma narcisista y prepotente, con la creencia de que una mujer es un juguete con el que puede jugar a su antojo. El problema es educacional y es de quien sabiéndolo, lo consiente. De quien conociéndolos les sigue el juego, les ríe la gracia y apuesta con ellos. El problema es de todos...

elObservadorDCLM