Comencemos a llamar a las cosas por su nombre

Se llama sedición a ese comportamiento que implica el levantamiento de un grupo de personas contra un gobierno con el fin de derrocarlo. Es cierto que se pretende derrocarlo en un espacio geográfico determinado, en este caso Cataluña, pero eso no implica que no sea sedición.

Es uno de los delitos más graves de la Constitución española vigente en el estado español, del que hoy mismo sigue formando parte el territorio catalán.  

Se llama desobediencia civil "cualquier acto o proceso de oposición pública a una ley o una política adoptada por un gobierno establecido, cuando el autor tiene conciencia de que sus actos son ilegales o de discutible legalidad, y es llevada a cabo y mantenida para conseguir unos fines sociales concretos".

El gobierno tiene dos herramientas para evitar este tipo de conductas, por un lado el diálogo, por el otro la aplicación del artículo 155 de la Constitución, para tomar el mando, que retorne la normalidad al espacio alterado.

El Gobierno de Mariano Rajoy no hace ni lo uno ni lo otro, simplemente espera. Sin saber exactamente a que espera… espera. Un hecho de la gravedad de lo ocurrido el pasado domingo, debería haber sido motivo suficiente para reunir a las Cortes y buscar una solución, pero Rajoy sigue esperando.

Mientras tanto, hay que repasar el derecho de admisión por esas conductas que pretenden expulsar a los trabajadores del orden público de los hoteles catalanes, no pudiendo ser argumentadas en ninguno de los supuestos creados al efecto. Sin embargo, y a pesar de la situación por la que tienen que atravesar guardias civiles, policías nacionales y sus respectivas familias, la única palabra de Rajoy, es que no abandonen sus puestos, mientras él sigue esperando.

Se han producido tal cúmulo de irregularidades e ilícitos penales en las últimas horas, que han dado motivo suficiente a que el propio Jefe del Estado, se dirija en la tarde del martes a los españoles, donde quedan incluidos los catalanes, pero Rajoy tiene una idea mejor… seguir esperando.

¿Qué más tiene que ocurrir en este país que propugna en el artículo segundo de su Constitución “la indisoluble unidad de la nación española, patria común o indivisible de TODOS los españoles”?, ¿Cómo pueden defender todos los españoles la parte de patria que pretenden arrebatarles?

Pero lo más fácil es colgar cortinas de humo, criticando la labor de la policía nacional y la guardia civil que cumplía unas órdenes políticas dadas por un gobierno, el de Mariano Rajoy, tratando de restablecer la paz en el territorio nacional, aunque las revueltas estén concentradas en el territorio catalán.

Mariano Rajoy debería tomar una decisión ya, sin demora, sin esperar que los altercados sean cada vez más graves, más violentos y dejar de poner en riesgo la vida de aquellos que defienden la seguridad, la legalidad y la unidad del Estado español.

Sin embargo, este martes hemos sabido, que el presidente del Gobierno comparecerá en el Congreso “cuando pueda”, es decir a partir del próximo día 10 de octubre. Mientras, Cataluña seguirá bullendo a toda presión, entre el ruido de la minoría independentista y el silencio de la mayoría constitucional, asustados, encerrados en sus casas y ofreciéndosela a quienes defienden la legalidad vigente, no exentos de miedo mientras lo hacen. El resto de los españoles sufren viendo lo que allí está ocurriendo y el contagio que puede darse en el resto de grandes ciudades.  

A Mariano Rajoy le da igual porque sigue esperando… 

Dclm.es