Figuras ocultas (Teresa Suárez)

Entre los grandes hombres de la humanidad (filósofos, políticos, teólogos, militares, médicos, etc.) podemos establecer tres grupos: los que insistían en la inferioridad de la mujer desde el mismo momento de su creación o nacimiento, los empeñados en ridiculizar cualquier intento femenino de demostrar síntomas de esa inteligencia que se les negaba sistemáticamente y aquellos otros que, por si lo anterior no fuera suficiente, se ocuparon de recalcar cual era su papel en la sociedad.

En el primer grupo tendríamos a Platón, quien defendía que reencarnarse en una mujer era el castigo que recibían aquellos varones que "son cobardes o viven sin justicia", y Aristóteles que consideraba a la mujer un error ("La naturaleza sólo hace mujeres cuando no puede hacer hombres"). En el segundo estarían Rousseau ("Mientras haya hombres sensatos sobre la tierra, las mujeres letradas morirán solteras") y Lutero ("El peor adorno que una mujer puede pretender tener es ser sabia"). Dentro del tercero podemos incluir a Napoleón ("Las mujeres no son otra cosa que máquinas de producir hijos") o Mussolini ("La multitud, como las mujeres, está hecha para ser violada").

Para expandir, consolidar y perpetuar, la supuesta inferioridad femenina, a las tres grandes religiones monoteístas les bastó con transformar esos argumentos en ley divina.

Por cada varón ilustre que ha dedicado su pensamiento, especialidad laboral o arte, a establecer que la mujer era un ser subordinado al hombre, ha sido necesario mucho tiempo, esfuerzo, sacrificios (en ocasiones la propia vida) y expertas de esos mismos campos y otros muchos para demostrar que, por muy genios que fueran, todos aquellos hombres se equivocaban. Algo que se ha tardado en reconocer porque, sencillamente, el trabajo de esas mujeres fue silenciado e ignorado en los textos oficiales.

De eso va esta película.

Tres genios de las matemáticas cuyo trabajo fue clave para que los americanos lideraran la carrera espacial y, sin embargo, sus nombres no aparecen en los libros, ¿por qué? Eran mujeres, eran negras, era Estados Unidos y eran los 60, la década de la segregación racial legalizada y de la lucha por la conquista de los derechos civiles.

Tres afroamericanas que amaban los números, las calculadoras humanas. Estos son sus nombres y esta es su historia:

Katherine Johnson: experta en matemáticas y geometría, su labor para la NACA (Agencia antecesora de la NASA) consistía en realizar y comprobar, sin rechistar, los cálculos que necesitaban los ingenieros aeronáuticos, todos hombres y blancos. Con sus conocimientos y tesón logró ganarse el respeto de sus colegas. En 2015 recibió la Medalla Presidencial de la Libertad de manos de Obama (¡tuvo que esperar a que hubiera un inquilino negro en la Casa Blanca!) como reconocimiento a su trabajo.

Dorothy Vaughan: en 1949 se convirtió en la primera mujer negra que consiguió el puesto de jefa de personal en la NACA. Se especializó en computación y FORTRAN, un lenguaje de programación de alto nivel especialmente adaptado al cálculo numérico y a la computación científica, y continuó trabajando para la NASA hasta que se jubiló.

Mary Jackson: tras vencer la oposición familiar inicial y ganar en los tribunales su derecho a estudiar ingeniería en una escuela solo para blancos, en 1958 se convertía en la primera ingeniera negra de la NASA. Se especializó en analizar los datos del túnel de viento y los experimentos de vuelo en la división de aerodinámica.

Tres excepcionales mujeres cuyo intelecto contribuyó a que la NASA pusiera en órbita al astronauta John Glenn, proeza que colocó a Estados Unidos por delante de Rusia en la carrera espacial e impactó al mundo entero.

Figuras ocultas (basada en el libro del mismo título de Margot Lee Shetterly), la vida de tres científicas que rompieron todas las barreras raciales y de género, es una película que todas las mujeres deberían ver para que nunca olviden que pueden ser lo que quieran, cuando quieran y como quieran y que nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a decirles lo contrario.

Teresa Suárez