Llega tarde

La dimisión de Ruiz Gallardón llega tarde. Es la consecuencia de dejar pasar y pasar el tiempo hasta que se resuelva solo, o se cierre en falso, o explote. Esto es lo que ha pasado. El problema le ha explotado a Rajoy en las manos. Hay quien dice que se la tenía guardada desde aquellos tiempos en que Gallardón pugnó en cruel lucha con Esperanza Aguirre para intentar derribar al presidente. Es muy difícil conocer esas entretelas. Llegados aquí, se dicen más cosas, pero, es igual: lo cierto es que ahora ha explotado el problema, con el consiguiente perjuicio para el partido, para el Gobierno, y para la sociedad. No gana nadie.

El motivo aparente, -quizá haya otros motivos lejos de nuestro alcance-, que ha provocado la dimisión de Gallardón ha sido la reforma de la actual Ley del aborto. Mejor dicho: "la trayectoria de su gestión". Imposible de hacerlo peor, el propio ministro, el Gobierno, y no menos su presidente. No es el fracaso del Gallardón, es el fracaso del Gobierno de Rajoy. Porque fue el presidente quien encargó el anteproyecto al ministro de Justicia. Gallardón era un mandao. Un mandao que no ha hecho otra cosa que meter la pata, pero al fin un mandao. ¿Y los demás qué?

Sin entrar en el tema del aborto, y desde el respeto más absoluto a las creencias y posicionamientos de cada uno, nos referirnos exclusivamente al tema de la dimisión; al tema de la gestión. Se debería haber intentado un gran pacto social, en lugar de imponer a todos las creencias de un sector determinado.

Antes de llegar al tema del aborto, antes de llegar a este fracaso, ha habido otros sonados fracasos, que en cualquier gobierno democrático hubiesen sido motivo de cese o dimisión. Se metió en el jardín de las tasas por las que le llovieron críticas desde todos los sectores judiciales; recibió la unánime acusación de que había hecho una justicia solo para el alcance de los que tuvieran medios para pagársela. Se metió en el jardín de las reformas del código civil de la que solo ha cosechado críticas y enfrentamientos. Intentó reformar el Consejo General del Poder Judicial para hacerlo un instrumento en manos del PP. Y por si fuera poco no ha contribuido en nada a aligerar la Justicia, que está más atascada que nunca.

Los politólogos están de acuerdo en calificar el ministerio de Justicia como un ministerio amable, porque es muy fácil ganarse la opinión pública. Pues ni con esas. Ha sido el ministro que llegó al ministerio con la orla de progresista dentro del conservadurismo de la derecha y se va como la persona más retrógrada.

Para terminar una reflexión, una preocupación. Se dice, lo ha dicho el subdirector de un periódico de tirada nacional, que el aborto ha sido el pretexto para deshacerse de Gallardón, pero que en realidad el descontento dentro del PP es que no haya sido capaz de frenar las investigaciones del caso Gürtel. "Es gravísimo", y desde estas páginas exigimos al PP que lo aclare satisfactoriamente, de forma creíble.

Ejecutiva Local del PSOE de Valdepeñas