"¡Virgen del amor hermoso y el Sescam bendito!"

Soy joven, o así me lo hacen pensar la cantidad de informaciones y proposiciones que los omnisapientes adalides sescamcianos con eso (sí, eso) que han venido a llamar "Código Ético" de…yo que sé más, es muy largo.

Y digo que soy joven porque solo deja de serlo aquella persona que pierde su capacidad de sorpresa; altamente sorprendido me he quedado al leer los preceptos, los mandamientos.

Que no son diez, no… ¡qué va! son quince: de la A a la O, en letras. ¡Una cosa…!

Eso sí que es un verdadero código ético y no las tonterías que dice el "Código deontológico" aprobado por unánime consenso por la Organización Médica Colegial.

Leído y bien leído el "código", se me han puesto los pelos cual escarpias de franca emoción, me ha llevado tal lectura a mis años mozos- ¡qué digo mozos…!: a mis siete años pre-post-primera comunión- ya con el derecho adquirido de usar la razón- cuando con flequillo a lo "Marcelino" (era la moda en esa época), mis pantalones cortos (pero cortos, oigan) que me "crustian" por el frío la parte interna de los muslos por el crudo invierno albaceteño, mi carita de ángel murillano, y mi traje de domingo estilo padre Damián (que también era moda…¡con lo que me gustaban a mí los vestidos de almirante condecorado!), con el CatechismusEcclesiaeCatholicae siempre en mi sobaco izquierdo – incluso en mis noches de blanco satén- para no olvidar ni una coma del mismo; aquellos años en que si oía o decía "corcholís" o "caramba" ("jolín" ya era un pecado mortal-mortal) me iba directamente a la santa iglesia catedral a confesarme (era la que me pillaba más cerca) con examen de conciencia, dolor de corazón, propósito de enmienda y dispuesto a cumplir la penitencia que me fuera impuesta por el cura de turno-amén. A aquellos tiempos que cuando comulgabas debías de ayunar hasta dos horas antes de que te diesen la hostia, que se te pegaba al paladar y no había manera de tragarla, dado que si la mordías o algo parecido, era como si mordieses a Jesucristo en persona (entre las dos horas pre-comunión y las tres horas antes de bañarme…mi madre me llevaba hartito, como se lo digo).

Pero, me he emocionado mucho al leer el "código sescamciano", hasta el punto de que me han entrado unas ganas tremendas de hacer oposiciones para pertenecer a tal Orden (monástica, no mendicantes-precisamente- y sescamcianas).

Aunque, ya ve usted, para mí que deberían recogerse los quince mandamientos (de la A a la O) en dos:

1ª.- Dar un beso en los morros todas las mañanas (o el turno que toque) a todo quisquicompañeril en señal de respeto y cariño (con velo, por supuesto, y vestidura talar para no faltar al precepto-mandamiento de que pueda atisbarse alguna parte íntima de mi sagrado cuerpo).

2ª.- Arrodillarme antes de entrar al "convento sescamcil" con tres genuflexiones continuadas, mirando a Jerusalén al tiempo que me persigno tres veces seguidas y con la mano derecha (soy zurdo…ea) y pronuncio con voz alta y clara mis alabanzas al bien-amado y nunca bien admirado señor de señores….señor Echániz.

¡Tengo unas ganas de que convoquen oposiciones para pertenecer al Sescam!

FRANCISCO R. BREIJO-MÁRQUEZ