La mentira llevada a la desvergüenza

La historia de la humanidad nos ha enseñado diferentes sistemas de gobierno, diferentes maneras de llevar las riendas de un país y, sobre todo, nos ha enseñado la opresión a la cual siempre, de una u otra forma, ha sido sometida la ciudadanía.

Este sometimiento no siempre ha sido igual. Dependiendo de la época y del tipo de gobierno ha ido variando en el transcurrir del tiempo. Reyes, políticos, grandes terratenientes y dictadores nos han ido dirigiendo a su antojo.

Por supuesto, entre ellos, ha habido grandes diferencias, pero una cosa en común: "Vivir a costa de los demás sin importarles el sufrimiento de estos".

Cuando las políticas e instrumentos de un gobierno se basan en la indecencia, incoherencia, desvergüenza, inmoralidad y sometimiento de los más débiles en pro de los más favorecidos, todo ello usando la mentira de forma sutil e inteligente, solo tiene un nombre en la actualidad: "Partido Popular".

Son muchos los ejemplos que podría mencionar y que han ido sucediendo en este último año. Sanidad, Dependencia, Educación, Justicia, Carta Magna, derechos sociales, paro, reforma laboral, compromisos electorales, pensiones y un largo etcétera se han visto salpicados por las mentiras de un gobierno que, al igual que otros, su objetivo es estar grapados al sillón de mando. Pero, como siempre, los perjudicados somos los mismos, los ciudadanos.

Algunos de estos personajes de la farándula política, como el señor Echániz, no contento con sus actuaciones se dedicó a insultar y desprestigiar a diversos colectivos, entre ellos, al de la dependencia. Pero como algunos no pueden ser menos que sus superiores llegan más lejos aún, como el señor García Ferrer (director de mayores y dependencia en CLM), que despotrica sobre las personas en situación de dependencia, incluso llegando a la afirmación de fraude por parte de muchos de ellos. Seguramente, lo que no será un fraude será su sustancial sueldo público, aunque según ya me dijo a la cara lo hacía por devoción ya que en lo privado podría ganar más dinero (más falso que Judas). Eso si, olvida algo importante: "que el mayor fraude y estafa de los últimos tiempos se llama Rajoy y su programa electoral".

Dicen que algunas verdades duelen, pero seguramente las mentiras más. Y hay un personaje gubernamental, la señora Ana Mato, especialista en ello, la cual lleva la mentira a la desvergüenza. En sus últimas declaraciones, y tirando del aprendido guión de estos títeres de feria, nos sorprendía con lo de siempre: "la sanidad seguirá siendo universal y gratuita". Y aunque muchos pensamos en esos momentos en el repago farmacéutico, nos quedamos algo tranquilos, más viniendo de la máxima responsable de la materia.

Pero como en la casa del pobre la felicidad dura poco, en este caso duró escasamente diez minutos, justo lo que tardó en mencionar lo que ellos llaman reformas (otra mentira más) y que aludían al pago de ambulancias y de prótesis. Hay que tener muy poca vergüenza para seguir diciendo que la sanidad sigue siendo gratuita, porque al ritmo que vamos solo va a ser gratis el que nos den el cacho de plástico también llamado tarjeta sanitaria. Pero sobre todo hay que ser mala persona para dirigir estas medidas a los más necesitados, como son los enfermos, mayores y niños que, con recursos o sin ellos, necesitan debido a su crecimiento y necesidades el cambiar de prótesis cada cierto tiempo o de una ambulancia para sus enfermedades.

A la señora Ministra de Sanidad siempre le quedará la excusa de los, aproximadamente, quince mil millones de déficit que tenemos en esta materia, dinero que en lugar del sufrimiento de los ciudadanos se podría sacar de las cuevas de Ali-Babá, también llamadas Diputaciones, que nos cuestan alrededor del uno por ciento del PIB. Es tan simple como elegir entre políticos y enchufados o ciudadanos. El problema es que entonces no podrían entrar a coger parte del pastel esas empresas privadas que, curiosamente, quieren participar del algo tan deficitario como es nuestra sanidad pública. A lo mejor algún político debería de dejar de tener acciones en empresas privadas cuando se dedica a lo público.

La experiencia es un grado y en esto el señor Posada, presidente de la cámara baja, es todo un maestro, hasta tal punto que sus capotazos a la verdad y a la transparencia son dignos de las dos orejas y el rabo. En su última aparición ha demostrado con creces lo que es el Partido Popular y sus políticas, donde ha dejado patente que los ciudadanos no tenemos que saber de las pequeñeces, según sus propias palabras, de los políticos, como son sus propios sueldos. Este señor olvida que estos se los pagamos los ciudadanos, es decir, que somos sus jefes y que como en cualquier empresa el jefe tiene que estar al corriente de todo. Pero este gran capotazo, entre otros, puede estar dedicado al que nos aprieta el cinturón, el señor Montoro, y a sus dietas de más de mil ochocientos euros por, supuestamente, vivir en Sevilla aun teniendo casas en Madrid.

Algunos, sobre todo ajenos a estas situaciones, podrían pensar cómo puede pasar todo esto en un país democrático y con un sistema judicial que lo avala. Pero como el que hizo la ley hizo la trampa, aquí entra en juego el que, entre otros, dio presuntamente permiso en su día para utilizar el Madrid-Arena (aún con informes en contra y actualmente con cinco niñas muertas), es decir, el señor Gallardón y que, curiosamente, hoy dirige la cartera de Justicia en nuestro país. Aún en contra de lo que puedan pensar algunos, las tasas impuestas por el ministro de Justicia no están encaminadas simplemente a un afán recaudatorio, nunca más lejos de la realidad, sino a tener las espaldas cubiertas ante la imposibilidad de pagar las mismas a tantos y tantos ciudadanos y colectivos que, ante toda esta masacre social, pudieran utilizar la justicia como medio para salvaguardar sus derechos, cuestión que de esta forma queda solamente para los pudientes y que, como siempre, demuestra la importancia que para algunos tienen las palabras: "libertad, igualdad y justicia".

Qué suerte vivir en el siglo XXI, porque en otros tiempos, como aludía al principio, por una opresión similar a la actual, algunos acababan en la guillotina.

Enrique Rivas,
Portavoz de la Plataforma en Defensa de la Ley de Dependencia en CLM.