El manual de Cospedal o cómo joder a la oposición y eliminar el control al gobierno

Un atentado más contra la democracia en Castilla-La Mancha desde la prepotencia y la sinrazón. Así puede calificarse la decisión de María Dolores de Cospedal de eliminar los sueldos a los diputados regionales, medida sobre la que ahora tendrá que decidir el Tribunal Constitucional.

Cospedal nos ha acostumbrado a una política de régimen totalitario, basada en tratar de ignorar y anular a todo aquel que se digne criticar o "controlar" sus decisiones. Porque en una democracia, las Cortes Regionales y dentro de ellas, la oposición tiene encomendada la tarea de controlar al gobierno y proponer las iniciativas legislativas que, se supone, benefician a las personas que allí representan. Y no debería el ejecutivo, el gobierno, poner límite alguno a esta noble tarea; todo lo contrario, tendría que facilitar el contraste de pareceres, la unión de inteligencias para adoptar las decisiones más adecuadas para la mayoría.

Desde la prepotencia e imbuida por una especie de sed de venganza permanente contra cualquiera que pretenda cuestionar sus decisiones, Cospedal ha tomado muchas medidas arbitrarias y, en ocasiones contradictorias. Recordemos que antes de recortar el número de escaños en las Cortes, ya en plena crisis, Cospedal decidió aumentarlo para desdecirse luego, otra arbitrariedad basada en impulsos irracionales o respuestas compulsivas que trata de justificar luego con balbuceantes palabras que hacen más obvio su objetivo de practicar un juego sucio eliminando cualquier vestigio de controversia.

Cuestionada ahora por el caso Bárcenas y una larga serie de medidas antipopulares, Cospedal nos regala alegatos por la concordia y la participación, algo que debería haber hecho desde el principio en vez de entrar en Castilla-La Mancha menospreciando a los castellano-manchegos con su trabajo a tiempo parcial o contratando detectives para que investigaran los discos duros de los anteriores gobiernos sin que, muy a su pesar, encontraran nada relevante.

Esperemos ahora la decisión del Constitucional por su arbitraria decisión de cambiar las reglas de juego de nuestro Parlamento a mitad de legislatura, dificultando enormemente esa tarea de control al gobierno en un territorio muy extenso donde ella sabe que es imposible ser un buen diputado ganándose la vida en otra profesión, muy posiblemente incompatible con la de ser diputado en las Cortes.

A no ser que la política se entienda como un juego de poder y corrupción, de presión y venganza donde el principal objetivo sea siempre el máximo beneficio y la peor de las guerras.

Dicho con la mínima oratoria pero de la forma más clara posible, Cospedal ha quitado el sueldo a los diputados para joder a la oposición. Y esa simpleza política siempre tiene consecuencias para quien la practica.

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