Francisco I, esperanza para el mundo y para la iglesia

Mundo e Iglesia necesitan un Papa que bien podría ser este Francisco I que se presenta sin oropeles y habla de pobreza y justicia social. Puede que, en estos momentos, muchos gobiernos del mundo, entre ellos el de España, estén ajustando sus políticas ante un previsible cambio: la Iglesia ya no presionará a los gobiernos para acaparar más poder sino para que reduzcan las desigualdades sociales que últimamente se han ignorado en las agendas, las conciencias y en los presupuestos.

Un Papa que sólo tiene un pulmón puede ser el aire que necesita tanto la iglesia para salir de su escandaloso silencio ante los desahucios, el aumento de los comedores sociales, el desmesurado incremento de personas sin trabajo y familias enteras con muchas dificultades para vivir; el imparable aumento de las desigualdades.

Si este Francisco I se decide por primar la justicia social en vez del poder y los oropeles puede contribuir al renacimiento de la fe en una Iglesia alejada y anticuada que no solo ha guardado ese silencio ante las injusticias sociales sino que ha llegado a contribuir a potenciarlas con su apoyo a gobiernos democráticos o dictadores que han basado su economía en el apoyo a los poderosos, el recorte y la opresión hacia las clases medias y el abandono a los que sufren la máxima pobreza.

Es una buena oportunidad también para el gobierno español, una coartada para alejarse de la dura política impuesta por Alemania, ahora que tanto parece que se le han bajado los humos con la paradójica presión de Bárcenas, el ex tesorero que ha causado otro milagro: la búsqueda de pactos con otros partidos para salir de la crisis y un guiño a las clases medias que les abandonan en todos los barómetros y llevan sus protestas cada vez a más numerosas calles.

En el caso de este gobierno nuestro no es más que una estrategia ante la pérdida de votos, una pose para que se olvide el caso de la financiación ilegal. Pero es una pose que puede convertirse, por imposición de todos, en una realidad.

Esperamos que en el caso de la Iglesia sea cierto y que este Francisco I represente el apoyo que se ha buscado la ecología social ante esa necesidad de equilibrar un mundo ciertamente preso de unas desigualdades inhumanas.

En cuanto al PSOE, Rubalcaba podría tomar nota del sacrificio de Benedicto XVI.

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