ENTREVISTA.- Alejandro Ruiz, último superviviente de los Abogados de Atocha: "El gobierno del PP está descomponiendo el estado de derecho en España"

¿Qué sentido tienen, 39 años después de aquel terrible atentado, los premios Abogados de Atocha?

Creo que cada años tienen más significado, más sentido. Cuando hace 11 años se constituye la Fundación Abogados de Atocha en Madrid, auspiciada por CCOO, nuestro sindicato, uno de los fines fundacionales es la extensión de la memoria de Atocha. Eso se ha ido haciendo poquito a poco, y ahora mismo hay 20 o 30 ayuntamientos de toda España dedicados a la memoria de Atocha, que se llaman Abogados de Atocha, se llaman Enrique Valdelvira, Ángel Rodríguez Leal…

“El PP anula el Premio Abogados de Atocha de una manera descarada e indigna”

José Bono, presidente de Castilla La Mancha, que había sido abogado de la acusación particular en el juicio de Atocha y de uno de los que mataron, mi querido amigo Luis Javier Benavides, decidió hacer una especie de premio internacional, mantenido hasta que entra el gobierno del PP, que lo anula de una manera descarada e indigna, porque ni siquiera hizo nada por contestarnos a la carta que se le mandaba desde la Fundación. Inmediatamente después lo retomó CCOO.

Hoy hay mucha más gente, medios de comunicación, universidades, etc. interesados en Atocha y que hablan del momento político de la Transición. Sorprende que ahora se hable de segunda transición, como hacen los partidos emergentes, principalmente Podemos. Parece que quieren echar un carro de arena encima de la primera transición, que no fue la primera transición sino la Transición de la dictadura a la democracia.

 

Sería deseable que la JCCM recuperara los Premios Abogados de Atocha?

Probablemente sí. Creo que mis compañeros de CCOO no tendrían ningún problema en que el patrocinio de los Premios volviese a ser de la Junta de Comunidades.

 

Usted suele decir que Atocha forma parte del código genético de la democracia y, de hecho, aquel suceso supuso un punto de inflexión en la incipiente Transición ¿En qué medida la España de hoy se parece a la España por la que luchaba la izquierda en aquellos años?

Creo que la España de entonces y la de ahora se parecen bien poco. Salvo situaciones específicas que están condicionando una nueva alternativa desde la izquierda que trabaje por devolver a los trabajadores los derechos que han conquistado con mucho esfuerzo, sudor, lágrimas y sangre durante años. Entonces, en esta situación estamos igual. Con una diferencia: que la izquierda está todavía más desunida, que las postura del PSOE e IU varían mucho; sobre todo las del PSOE. Muchas veces no sabes bien si está en una posición realmente progresista o en una opción realmente conservadora. El acuerdo con Ciudadanos es una muestra de ello, aunque realmente tenga muchos contenidos aprovechables y que merece la pena tener una reflexión con ellos. Pero yo creo que la desunión de la izquierda es evidente.

”El poder judicial es el último invitado a la Transición, el último que realmente se ha democratizado”

Los gobiernos del PSOE han sido en parte gobiernos de la izquierda, pero gobiernos muy descafeinados, como es conocido desde el punto de vista político y científico.

Entonces, yo creo que ahí tenemos una similitud de situaciones. Pero sin los enfrentamiento y las alternativas radicales, como lo era entonces: franquistas y no franquistas, y en medio la UCD tratando de salir a flote como posible opción democrática en su momento. Hoy tenemos una derecha muy definida en torno al PP, una –por qué no decirlo- extraña nueva derecha que no se sabe bien cómo surge de Ciudadanos, una nueva alternativa de izquierdas impulsada desde el movimiento 15M, y luego, un problema electoral grandísimo por el que alternativas como IU, con un millón de votos, obtiene sólo dos diputados, con lo cual les cuesta 15 o 20 veces más que a las demás fuerzas políticas. Son temas que habría que resolver de inmediato. No he leído todo el acuerdo PSOE-Ciudadanos, pero desde luego no se plantea eso, por ahora.

 

En qué medida se han conseguido las aspiraciones por las que luchaba la izquierda de aquel tiempo?

Escasamente se han conseguido los objetivos. Conseguir una sociedad igualitaria cada día es más difícil. En conseguir alternativas reales al capitalismo no se ha avanzado nada. Y yo creo que hay que seguir luchando. Al menos desde Izquierda Unida; digamos que a la izquierda se plantean todavía esas cosas.

El desarrollo de los derechos fundamentales en la Constitución, y luego en todo el sistema de leyes que la desarrollan, ha sido bastante claro y eficaz. Pero la verdad es que deja mucho que desear, porque los cuatro años de gobierno del PP están descomponiendo el estado de derecho en España. Con un papel a veces muy pragmático, a veces muy progresista del poder judicial, que es el último invitado a la Transición, el último que realmente se ha democratizado. Por ahí hay unos silencios, una necesidad de cambiar las cosas tremenda.

“Hay una gran cantidad de obispos y sacerdotes que no creen en la democracia, que no saben lo que es la democracia o que no saben funcionar así”

Y otro factor clave desde mi punto de vista: seguimos teniendo en España las dos almas, lo que condiciona el desarrollo de una sociedad laica que es imprescindible para crear una sociedad democrática. La Iglesia Católica está tomando un papel tan protagonista -y sé dónde lo digo, en la capital del arzobispado de España- que yo creo que deja mucho que desear. Creo que hay una gran cantidad de obispos y sacerdotes que no creen en la democracia, que no saben lo que es la democracia o que no saben funcionar así. Todo eso nos condiciona muchísimo el desarrollo de una sociedad laica y de un estado laico también que trabaje por la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.

 

Por qué cree que, pese a que la Constitución consagra el Estado como aconfesional, la Iglesia sigue teniendo tanto poder y, sobre todo, tantas prebendas?

Porque no es lo mismo un estado aconfesional que un estado laico. La Constitución en eso fue muy moderada. Y, además, el papel de la Iglesia Católica se ha destacado en la Constitución española, cosa en la que muchos constitucionalistas no estábamos de acuerdo ya desde el principio. Aparece en el título preliminar junto a los partidos políticos, junto a los datos clave de la unidad del Estado, del concepto de soberanía del pueblo y nacional. Esto ha hecho posible que la Iglesia siga manteniendo a su aire sus alternativas, ya no religiosas, de enseñanza, sino incluso las vinculadas al desarrollo de la sociedad capitalista. Y en ese sentido los últimos años han sido trascendentales. Las normas elaboradas por el gobierno de Aznar que permiten que la Iglesia inscriba a su nombre bienes públicos es una cosa realmente alucinante. De tal manera que han sido capaces de poner a su nombre la mezquita de Córdoba. No vamos a entrar en ese tema, pero así muchísimas cosas, con cientos y miles de edificios que han puesto a su nombre. Y este año, como sigamos sin hacer nada, la Iglesia se queda con ellos de una manera que produce vergüenza para los que creemos que son realmente bienes públicos y los que siempre hemos creído, aunque estemos a años luz de ella, que la Iglesia, o es para los pobres o no es para nada. Y en esto el PSOE tiene una responsabilidad tremenda en Madrid y en el parlamento de Andalucía.

 

¿Qué cabría esperar de la clase política tras el reto que plantean los resultados de las elecciones del 20 de diciembre?

Yo lo resumiría en una palabra: confusión. Es verdad que estamos en la democracia líquida de que hablaba Bauman, un polaco apasionante; como tantas cosas: la sociedad líquida, la formación líquida, la “rapidación”. Estamos en una aceleración de las cosas realmente tremenda.

“Con el PP no se puede contar para gobernar porque está en una situación realmente límite.”

Las opciones que se barajan desde los partidos que han conseguido significativos apoyos parlamentarios en escaños son complicadísimas.

Los pre juicios –y nunca mejor dicho- de muchas opciones políticas en torno a Ciudadanos desde a Podemos o a Podemos desde Ciudadanos, complican muchísimo la vida. El sabor dulce-amargo que nos han dejado siempre los gobiernos del PSOE para la gente de izquierdas, también. Por supuesto, el PP necesita regenerarse, y ya está. No se puede contar con él para gobernar porque está en una situación realmente límite.

“El sistema electoral de este país no es igualitario y, por tanto, no es democrático.”

Unos dicen que el pacto Ciudadanos – PSOE es para sumar, otros que para restar, otros que es el gobierno del Ibex 35, otros, bueno, que hay una opción ahí…

Lo que hay es una confusión tremenda, y yo creo que al final saldremos a unas elecciones nuevas, a unas elecciones anticipadas, que yo no sé si serán nuevas.

 

Usted siempre ha estado vinculado al PCE y a IU. ¿Cómo interpreta la pérdida de influencia y la pérdida de votos en los últimos años?

Hay muchos caminos para responder a esta pregunta. Prefiero hacerlo desde una perspectiva general. Para mí, el primer dato claro y clave – vuelvo a él- es el electoral. Cuando había un bipartidismo más evidente en España entre PP y PSOE el tercer partido siempre era el convidado de piedra que necesitaba muchos más votos por escaño de los que las dos fuerzas mayoritarias necesitaban. Esto implica que el sistema electoral de este país no es igualitario y, por tanto, no es democrático. Cuando aparecen los dos partidos emergentes pasan por encima, en el número de escaños y votos, de Izquierda Unida, que es el partido más minoritario dentro de los que se presentan en todas las circunscripciones electorales.

Como no se produzca un cambio radical en la legislación electoral para que haya una igualdad en la transformación de votos en escaños, aquí tendremos una pata de la mesa coja permanentemente.

“Izquierda Unida no puede ir por ahí ocultándose dentro de procesos de mareas.”

Pero hay más factores. La izquierda, por definición, siempre ha sido más diversa que la derecha, porque en ella funciona más fácilmente el ordeno y mando y la uniformidad ideológica que no en la izquierda, donde hay mucha más diversidad. El debate permanente dentro de Izquierda Unida nos ha condicionado. La alternativa de buscar la unidad de la izquierda a través de diferentes opciones ha creado mucha confusión, mucha confusión; insisto en la confusión.

Realmente Izquierda Unida no puede ir por ahí ocultándose dentro de procesos de mareas. Si está, pues que esté; pero con todas las de la ley. Pero la democracia que viene, que se auspicia a través de Podemos, o de Ciudadanos de otra manera distinta, es una democracia –no sé cómo decirlo- sin apellidos. Por ahí hay una serie de ingredientes que hacen muy difícil el trabajo dentro de Izquierda Unida. Y más el final, cuando se platea con Podemos sí, con Podemos no; con Equo sí, con Equo no; Ahora en Común, Candidatura de Unidad Popular… Ha sido un follón del que no hemos sabido salir, como no sea individualmente.

De todo eso tenemos el resultado final que pone a Izquierda Unida contra las cuerdas, aunque tenga dos diputados. Pero siempre con la honrilla, yo diría la honra, de reconocer que somos el partido más castigado por un sistema electoral más antidemocrático.

 

Quiero plantearle un par de cuestiones del ámbito sindical. ¿Cree que los trabajadores han perdido la conciencia de clase?

En un amplio sentido, probablemente sí. Los trabajadores que han conseguido trabajos estables, que funcionan de una manera más funcionarial que antes, probablemente sí. Porque, además, yo creo que socialmente también hemos perdido la conciencia de clases. A pesar de eso, esta legislatura ha vuelto al claro enfrentamiento entre empresarios y trabajadores. Con lo cual, ahí se ha ganado muchísimo. Es en el conflicto donde el sindicalismo de clase tiene opciones o tiene que desaparecer. Y ahí es donde yo creo que CCOO, y en menor medida UGT, aunque solo sea por su diferencia representativa, han estado funcionando. Los grandes planteamientos empresariales vinculados a Eres diversos en Coca Cola, Airbus, Telemadrid y algunos otros están haciendo volver un poco a los trabajadores en general a su conciencia de clase y creo que van a ir cambiando las cosas otra vez.

 

En todo caso, ¿los sindicatos se han sabido adaptar a los nuevos tiempos, tiempos en el que el capital parece un tsunami que lo arrasa todo?

Estamos en un momento fatal desde esa perspectiva, y en Castilla La Mancha más, pero también en otros gobiernos regionales, de eliminar a los sindicatos. Cada día hay más empresas en donde los sindicatos no pintan nada, porque lo que funciona es simplemente el ordeno y mando del capital y el miedo de los trabajadores.

“Lo que funciona es simplemente el ordeno y mando del capital y el miedo de los trabajadores."

Es verdad que a Comisiones le ha costado mucho mantenerse como lo que yo denomino la columna vertebral de la democracia española a lo largo del tiempo. Han cometido muchísimos errores, por lo que ha habido muchísima gente que se ha ido. Han considerado que ya es un sindicato muerto, que no sirve para nada y que no responde realmente a la problemática de los trabajadores. Yo creo que en los últimos años eso está cambiando en sentido positivo para CCOO, y que vuelve a tener una cara especialmente importante vinculada no solamente a las luchas sindicales sino también a las luchas políticas. Pero es verdad que durante un tiempo, y probablemente todavía hoy, hay tantas luchas internas en Comisiones, tanto ‘reunionitis’ como yo le llamo, que muchas veces parece que se está distorsionando lo que significa una organización sindical de trabajadores de todas clases, como movimiento sociopolítico, que es a lo que voy también.

Algo está empezando a cambiar dentro de Comisiones. Pero ha sido después de perder muchísimo en el camino, y no digo en el 77, donde perdimos compañeros que han muerto, y algunas compañeras también, sino en los últimos años. La respuesta de los sindicatos a lo largo de los últimos cuatro años de la legislatura terrible de Rajoy creo que ha sido importante, y eso probablemente se note en un futuro inmediato.