PP y Vox, como el tonto al que se acaba el camino

La realidad es lo de menos. La oposición al Gobierno, PP y Vox, la ocultan o la ignoran. Ojalá estuviera España en la peor de las situaciones, pero nuestro país, para su desgracia, es la economía que más crece, superando el doble de la media de la Unión Europea. Hemos batido el record histórico de cotizantes a la Seguridad Social y tenemos 10 millones de mujeres trabajando, otra cifra histórica igual que la de inversión extranjera.

PP y Vox no se van tampoco a alegrar de que España cree cuatro de cada diez empleos en la UE, lo que indica, como ha dicho la portavoz del ejecutivo de Pedro Sánchez, la confianza y la robustez de la economía de nuestro país.

La derecha española continúa como el tonto al que se le acaba el camino y sigue con su clima de confrontación permanente. Cualquier tarea en beneficio de los ciudadanos se convierte en un dédalo tan artificial como masturbatorio y muchas veces infructuoso o estéril. Vueltas, dardos maquiavélicos y más vueltas. 

Sucede ahora con la financiación autonómica. La oposición siempre utiliza los problemas y no les interesa que se resuelvan: vive mucho mejor o solo vive en el terreno de los conflictos, echando leña al fuego porque su único objetivo es destruir, procurar que todo sea un caos para dar la sensación de que es necesario un cambio con ellos en el gobierno para “solucionarlo todo”.

Es más habitual protestar por una financiación injusta que tratar de sentar en una mesa al gobierno y a las comunidades y no salir de la habitación hasta alcanzar un acuerdo que a todos les parezca justo.

Pero ese diálogo que interesa a los ciudadanos resulta absolutamente imposible para una oposición que se dedica cada día a buscar argumentos contra el gobierno en el cubo lo de la basura. 

De esta manera hasta las tareas más sencillas requieren un esfuerzo titánico si lo que se buscan son soluciones, pero a la oposición solo le interesa llenarse la boca con conflictos. Son monotemáticos, procuran ser lo más tóxicos posible para infectar al máximo numero de personas y que nadie ose no solo mostrarse imparcial con Sánchez, hay que denigrarle, porque machacar al presidente del gobierno es su único catecismo. 

Que nadie se atreva a hablar bien del gobierno, aunque, a pesar de ese incesante influjo tan negativo, y de hacer todo el esfuerzo posible para que todo vaya mal, la cruda realidad, ¡qué desgracia!, es que la economía, que es la prueba de fuego de la situación de un país, de su solvencia dentro y fuera, va en España mucho mejor con el gobierno del denigrado Sánchez.

elObservatorioDCLM