UN DIA COMO HOY  DE 1959: Se inaugura la mayor fosa común de España. El Valle de los Caídos

Era un 1 de abril, como hoy, cuando se cumplía el 20º aniversario del fin de la Guerra Civil y en auto-reconocimiento de su autocomplaciente gesta, el entonces generalissssimo de los ejércitos inauguraba la Basílica-Abadía del Valle de los Caídos. Hizo poner una cruz de 150 metros de altitud, la más alta del mundo, visible desde varios kilómetros a la redonda en el Valle de Cuelgamuros, en plena Sierra de Guadarrama, provincia de Madrid y muy cerca de donde descansaban los reyes, en El Escorial.

Fue construido entre 1948 y 1950 por los presos políticos republicanos, que aminoraban penas haciendo duros trabajos forzados, acarreando piedras y subiéndolas a sitios imposibles, sin importar la tos, los huesos, el reúma, la escoliosis, ni la silicosis, enfermedad que se llevó a un buen número de trabajadores del mausoleo.

A pesar de estar terminado desde 1950, no fue visitable por el público en general hasta nueve años después, ese 1 de abril de 1959 era su inauguración oficial.
Antes de ello, Franco pidió que se llevaran allí los restos de José Antonio Primo de Rivera y de todos los “caídos gloriosos de la Gloriosa Cruzada”, pero los caídos de la “gloriosa cruzada” solo eran inicialmente los sublevados al constitucionalismo. Los sublevados al Gobierno legítimamente elegido por el pueblo.

Finalmente y en un alarde de “cobardía” apareció en su mente la palabra “concordia”, esa que tan de moda está últimamente en Castilla y León (cuando hablan de derogar la Ley de Memoria democrática autonómica), y el dictador decidió que allí se enterrarían a los caídos de los dos ejércitos, pero ningún republicano quiso (voluntariamente) llevar los restos de sus familiares a la “cueva Alí Baba”. Tan solo lo hicieron los que se vieron obligados a ello, o aquellos cuerpos que jamás fueron reclamados por los familiares, porque no quedaban familiares, o simplemente por miedo a reclamarlos.

Esos son los republicanos que fueron enterrados en Cuelgamuros, imposibles de identificar, porque sus restos, procedentes de fosas comunes en muchos casos, sirvieron para “cerrar huecos de las bóvedas” y “rellenar cavidades internas de las criptas” según han contado los expertos del CSIC. Esto junto con la humedad del lugar, han creado un solo cuerpo, amalgamado, lleno de muertes injustas.

Los soldados republicanos fueron llevados unos días antes de la inauguración oficial de ese 1 de abril de 1959. No fueron varios, ni decenas, ni centenares de muertos. Fueron exactamente 33.833 los soldados de ambos bandos que se vieron mezclados en tan horrendo lugar. De ahí que esta basílica-abadía sea considerada la mayor fosa común de España.

Franco entró disfrazado con la “bondad de cordero” que escondía al más atroz de los lobos, capaz de firmar horas antes penas de muerte. Entró bajo palio, con su esposa cubierta con una mantilla negra.

Colocados en sus respectivos lugares, el dictador comenzó su arenga, en la que definió a los rebeldes como “aguerridos combatientes de nuestras líneas” mientras que contaba el presente del bando demócrata y defensor de la legalidad vigente como “obligados a morder el polvo de la derrota”, para culminar con una frase determinante “la anti-España está vencida y derrotada, pero no muerta”.

Se equivocaba en algo, “la anti-España defendió con su vida España de los rebeldes, con la certeza de que  estos, que se hacían llamar “nacionales”, les mantendrían más de 40 años quietos y callados, en una horrorosa dictadura que se cobró la vida de demasiada gente. Por eso no “la antiespaña”, sino los defensores de la legalidad vigente estaban vencidos y derrotados… pero no muertos.  

Lo lamentable es que este vocabulario le sea familiar a los jóvenes de hoy, por el “adoctrinamiento” de PP y Vox.

Hasta la entrada en vigor de la Ley de Memoria Histórica, en 2007, el Valle de los Caídos era punto de peregrinación para la ultraderecha. Gracias a la Ley de Memoria Histórica, el lugar recuperó su nombre original “Cuelgamuros” y algunos siguen intentando revertir estos logros, como Aragón que ya ha derogado su Ley de Memoria Histórica. Baleares, Cantabria, Castilla y León o la Comunidad Valenciana ya han anunciado que lo harán, mientras que Castilla-La Mancha, Galicia, Madrid y Murcia aún no la tienen, el resto de comunidades autónomas siguen adelante con ellas.

Una pena, porque algunos de nosotros hemos conocido por fin el destino de los cuerpos de nuestros familiares represaliados, a pesar de que nuestros mayores murieron sin tener un lugar al que llevar flores y eso… ya nos no lo quita nadie.

P. Moratilla