LOS TOREROS MUERTOS

Hay tres razones por las que los toreros y sus espectáculos aun recorren cual zombis el territorio español: la argucia de declarar cultura lo que en realidad es tortura animal, las subvenciones que recibe el estamento taurino en todas sus estructuras y las televisiones autonómicas retransmitiendo corridas sin pensar en quienes están al otro lado de la pantalla.

La Unesco, en distintas ocasiones, ha dejado claro su rechazo a considerar como Patrimonio Cultural las corridas de toros y por mucho que los gobiernos de PPVox y otras entidades de las derechas los hayan declarado Patrimonio Cultural en España más allá de nuestras fronteras queda claro que ‘la tortura no es cultura’. Siendo así las cosas, no entendemos que los festejos taurinos queden excluidos de la Ley de Bienestar Animal, junto a los perros de caza y ganaderos. Ni siquiera nos vamos a preguntar las razones de esto. La respuesta es muy clara: se está discriminando por el legislador a unos animales en sus derechos como seres sintientes.

En España, solo el 22% de los ayuntamientos organiza festejos taurinos invirtiendo la friolera de 42 millones de euros de dinero público. Con ese dinero, con las subvenciones directas disfrazadas de actividades culturales y con el dinero de la PAC, que supera los 450 millones en la última década, se mantiene un sector minoritario que actúa como lobby gracias al apoyo de la minoría política ultraconservadora.

Las televisiones autonómicas (Telemadrid, CMM y Canal Sur) son la otra fuente de ingresos de los espectáculos taurinos. El sector privado se ha retirado de las retransmisiones por su falta de rentabilidad económica y de nuevo, el dinero público sostiene la afición de unos pocos. Telemadrid paga alrededor de dos millones de euros por las corridas de San Isidro.

¿Que pasaría si la Ley de Protección Animal tratara a todas las especies por igual? ¿Que pasaría si las instituciones públicas dejaran de gastar dinero público en subvencionar la tortura animal? ¿Y si las televisiones públicas cumplieran la función que les corresponde y no privilegiaran los intereses de unos pocos? Pasaría que una realidad que todos vemos, excepto la minoría ultraconservadora, se acentuaría aun más: los aficionados taurinos no pueden sostener el coste de los espectáculos. De hecho, desde 2007 hasta hoy, el número de espectáculos taurinos se ha reducido un 77% y solo las instituciones gobernadas por PPVox mantienen o incrementan las subvenciones a la tortura de animales.

La grave crisis del sector conlleva un problema: la radicalidad de los resilientes. Muchos ayuntamientos son incapaces de mantener las corridas de toros y las sustituyen por festejos populares en los que los animales son maltratados salvajemente por los asistentes. Incluso llegan a enfrentar a unos animales con otros en presencia de público infantil, como ha ocurrido en la plaza de Barbastro.

Según distintas encuestas, casi un 80% de las personas consultadas están en contra de las subvenciones a los festejos taurinos y el 84% de los y las jóvenes españolas no se sienten orgullosos de pertenecer a un país que permite la tortura a los animales. El futuro pinta bastante negro para la minoría taurina vociferante, que sigue actuando sin que le importe la opinión mayoritaria.

Este es el caso de Puertollano. La ciudad había borrado en los últimos años de su programa de fiestas las corridas de toros. En parte porque era una actividad muy costosa y en parte porque la asistencia era escasa. También influyó la creciente movilización de los colectivos animalistas y la mayor sensibilidad de los últimos equipos de gobierno. Y nadie los había echado de menos hasta que PPVox se han hecho con el gobierno municipal y han vuelto a mirar al siglo pasado para incluir actividades taurinas semiclandestinas en las primeras fiestas que organizan. Además, para que no hubiera protestas, denegaron la petición a los colectivos locales que querían concentrarse para expresar su repulsa.

Han enseñado la patita y se intuye que en los próximos años recuperaran las corridas de toros con los impuestos de la mayoría antitaurina y la plaza semivacia. De momento, este año han organizado, con uno de esos toreros zombis que no son conscientes de su propia muerte profesional, una sesión de toreo de salón a 60-90€ por aficionado (el torero zombi habrá recaudado medio millar de euros en un ratito de postureo dada la escasa asistencia y la edil de bienestar social, Sagrario Almodóvar, ha satisfecho sus ansias de protagonismo enfrentándose a unos cuernos con ruedas). Las ganas de sangre las saciaron más tarde maltratando becerras en una finca de Almodóvar del Campo.

Plumaroja20