La palabra de Feijóo vale menos que sus lagunas mentales

Algún dia le empezará a pasar factura. Todo apunta a un penoso final de campaña para Feijóo que cada día se lía más y cada día miente con más cinismo: criticó el enorme gasto del gobierno de Pedro Sánchez y luego se ha sabido que Feijóo gana 20.000 euros más que Pedro Sánchez y que aumentó su patrimonio en más de 600.000 euros en dos años. Feijóo trató de esconder el sueldo que cobraba del PP y luego se ha sabido que, además de su sueldo como senador y presidente de la Xunta de Galicia, el presidente del PP cobró el año pasado 39.260 euros en concepto de "gastos de representación". En total, unos 110.000 euros brutos frente a los 90.000 del presidente Sánchez.

Feijóo criticó con vehemencia la reforma laboral, votaron en contra, dijeron que iba a “dinamitar” el empleo y que era fruto de “los premios nóbeles de Podemos para hundir más a las empresas españolas”. Y ahora, el mismo Feijóo asegura que es una reforma “sustancialmente buena… Un acuerdo muy importante”. 

El líder del PP presume de cumplir la palabra, pero la incumple de manera continuada y con absoluto desparpajo. Aseguró que gobernaría la lista más votada y luego bendijo el pacto con Vox en la comunidad Valenciana, no un pacto sino un acuerdo de coalición en bloque. Al mismo tiempo, Feijóo ha dicho en Toledo que gobernará en solitario en España, que no quiere oír hablar de bloques, que eso se lo deja al sanchismo. Pero el PP va firmando pactos en bloque macizo con Vox, incumple una y otra vez su palabra como ha sucedido también en Extremadura donde la lista del PSOE fue la más votada, donde el esperpento de María Guardiola ha pasado por cerrar las puertas del Ejecutivo a “los que niegan la violencia machista” a formar con ellos parte del gobierno extremeño. 

La nueva presidenta del PP de Extremadura que gobernará con Vox, pasó del “no contemplo ningún pacto con Vox… Yo no puedo dejar entrar en un Gobierno a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTB” a asegurar que incumplía esas palabras porque eso era lo que querían los extremeños: “mis palabras no son tan importantes como el futuro de los extremeños”. 

Aseguró Feijóo que sus dirigentes territoriales tendrían libertad para decidir, pero Guardiola cambió radicalmente su manera de pensar tras un encuentro en Madrid con Ayuso que es el primer violín de una orquesta cada vez más desafinada y que nadie sabe bien quién dirige realmente. Dijo Feijóo que un 8 por ciento de los votos no es suficiente para entrar en las consejerías de sus gobiernos territoriales, pero en Extremadura Vox sacó exactamente eso, un 8 por ciento, y alí Vox ya tiene su consejería. Ese ha sido uno de los “pactos discretos” que el líder del PP buscaba con Vox en las regiones: violencia machista, violencia intrafamiliar, dos por viente, veintidós, palabras contundentes, justificaciones pueriles.

Aseguró Feijóo: "En tiempos en los que la palabra de algunos políticos no vale nada, yo reivindico la política de la palabra, sin palabra ni hay política". Pues, en efecto, no hay política, con Feijóo solo reina la confusión y la palabra vale tan poco como su política.

Dijo Feijóo que una bolsa de naranjas valía menos que sus palabras, 12 céntimos de euro y luego que eso era lo que estaba cobrando un agricultor por un kilo de naranjas en Valencia, toda una locura gratuita, igual que su afirmación de que “la economía española está a la cola del crecimiento económico de toda la Unión Europea…”, cuando, en realidad la economía española ha crecido cuatro veces más que la media de la UE en el primer trimestre del año.

Todo esto y mucho más es lo que pasa en el momento en que la derecha ha debido salir de la realidad paralela en la que se había situado lanzando bulos sobre el sanchismo, sobre ETA, sobre la pésima reforma laboral, una batería de falsedades y engaños que desgastó como pólvora del rey en la campaña de las autonómicas. 

Ahora llega el tiempo de la gestión, de la realidad, de los gobiernos y ahí no tienen la menor idea de como desenvolverse: ahora es muy buena la pésima reforma laboral, ahora ya no gobierna la lisla más votada... La derecha española vivía mucho mejor con ETA y con las revueltas nacionalistas en Cataluña, lanzando constantes titulares en su abultada batería mediática.

Con todo, hay que imaginar cómo sería el gobierno del PP con Vox en España.

elObservadorDCLM