Hasta siempre Tina Turner. Toda una bandera contra las fobias

Ahora que hablamos de ellos, ellas o elles. Cuando la lucha por la igualdad ha salido a la calle a demostrar su fuerza y ha quedado claro que las mujeres se han empoderado reclamando unos derechos que le corresponden ya casi no nos acordamos cuando las cosas eran de otra manera.

Cuando las cosas eran de otra manera, había una mujer, cuya sola presencia hablaba de igualdad y no discriminación por razón sexo, color de la piel e incluso de la edad.

Hoy que los informativos llenan páginas y horas hablando de la muerte de “la reina del rock”, algunas de nosotras vemos como nos dice adiós, una gran mujer, que rompió grandes estereotipos para demostrar que el show en el escenario no era solo cosa de hombres. Que se puede salir de la “Violencia de género”. Que el color de la piel no deja de lado a un artista y que 80 años pueden seguir moviéndose en la pista de baile.

Anne Mae Bullock, descendiente de madre con mezcla de Cheroky y Navajo,  que la abandonó a corta edad, comenzó a cantar haciendo los coros al grupo  Kings of Rhythm, cuando todo el mundo la conocía como Little Anne. Poco después su originalidad llamó la atención hasta el punto de cambiar el nombre del grupo, para llamarse Ike and Tina Turner y a partir de ese momento los éxitos comenzaron a bullir en su vida.

Ike y Tina se mantuvieron unidos hasta que su marido, adicto a la cocaína, propinó una brutal paliza a la cantante y esa misma noche Tina se marchó de su lado. Aquel día aprendió a ser valiente.

Era la década de los 70 y desde entonces su carrera meteórica la condujo hasta donde se encuentra hoy, entre las estrellas, tras haber disfrutado y habernos hecho disfrutar durante más de 50 años sobre los escenarios.

Tina llego a ser “Simply de Best”  (Simplemente la mejor) y supo hacerla en un tiempo en el que era difícil que ser mujer, de color y mayor no eran impedimentos para conseguir lo que se había propuesto.

Sus movimientos en el escenario dejaban claro que ser mujer podría ser más fácil, pero sobre todo que superar los siete lustros no eran ningún impedimiento. Sus piernas seguían siendo igual de fuertes y su ritmo armonioso dentro de su peculiar descarga de adrenalina, nos hacía disfrutar día tras día.

Ver a Tina en sus conciertos era enarbolar la bandera del feminismo, del anti-racismo, de la accesibilidad y también de la tercera edad sin complejos y todo ello lo hacía con su sola presencia, sin discursos, sin políticos, sin burocracia, era simplemente enorgullecerse de ser mujer.

Por todos estos motivos pasará a la historia no sólo por ser “la reina del rock”, sino también por ser “Simplemente la mejor…”

Hasta siempre Tina…

P. Moratilla