Ya estamos en el infierno

Incendios de sexta generación que no se apagan con el agua. Ya es indudable que los seres humanos no hemos cuidado nuestra casa como debiéramos. Si creyéramos en alguna ley correctora de la naturaleza, para otros una ley divina, podríamos sacar conclusiones que en todo caso nos pueden servir para enderezar el camino si aún estamos a tiempo. La pandemia nos metió todos en casa y durante unos meses las grandes ciudades se libraron de polución y mucho gasto energético. No es fácil acordarse en estos momentos de Filomena que también paralizó parte del país. Luego, en esta secuencia que parece sacada de siete plagas justicieras, vino la guerra de Ucrania que también nos invita o nos obliga a gastar menos combustible porque se han disparado los precios. 

Y aun así seguimos adelante, ahora con cientos de incendios que amenazan a muchas zonas de España, Europa y todo el mundo. 

¿Cuál será la próxima? No lo sabemos, pero es muy probable que empiece a escasear el agua del que también hemos abusado tanto los seres humanos que aún la despilfarramos porque existen zonas en el planeta que viven una angustiosa sequía.

Ya han ardido este verano en España 30 mil hectáreas. 

Parece que ha llegado el momento de unir esfuerzos. Los políticos deben atender los consejos de los científicos y ya va siendo hora de que exista unidad en un momento en que el ser humano se está jugando la continuidad de la vida en el planeta, nuestra única casa y la de generaciones venideras, de momento distraídas con las redes sociales y la nueva libertad que ha llegado tras pasar lo más grave de la pandemia: el ocio nocturno prevé unos ingresos un 80 por ciento superiores a los del año pasado. 

No es por moralizar, pero da la sensación de que seguimos adelante con la venda puesta y con el fuego atroz a nuestras espaldas. Si creyéramos en alguna ley correctora de la naturaleza, para otros una ley divina, pensaríamos que ya hemos pecado como humanos y que hemos sido conducidos directamente al infierno.

elObservadorDCLM