El equilibrio hombre-mujer

Según la doctrina taoísta, el sello del tao mantiene su equilibrio cuando el yin y el yang se encuentran en perfecta armonía. El yin representa lo femenino y el yang, lo masculino. Cada día más hombres y mujeres en todo el mundo entienden la necesidad de que se produzca este equilibrio de forma que ambos accedan y mantengan durante toda su vida los mismos derechos y obligaciones tanto en el acceso a su formación como en el reconocimiento de sus cualidades y de su trabajo. Cada día más, el hombre es consciente de que debe abandonar la supremacía de género que aún se mantiene en muchos países del mundo donde, por derecho "natural", heredado durante miles de generaciones, el hombre "goza" de la potestad de sojuzgar a la mujer y dirigir su vida privándola de todas sus libertades, cuando no tratándola directamente como una esclava.

La lucha feminista, la democracia, los derechos humanos y valores tan importantes como la evidencia, han conseguido ir borrando este tipo de comportamientos y hoy día muchas mujeres de nuestro mundo avanzan en su camino con las mismas oportunidades que los hombres: nadie, ni ellas mismas, pone ya en duda ni su trabajo ni su aportación, ni su salario, ni su inteligencia ni sus valores creativos o estéticos.

Existe un feminismo radical que intenta convertir al hombre en un enemigo de la mujer como si el varón estuviera ya maldito de nacimiento y dispuesto a mantener la diferencia en su favor y a ejercer el maltrato físico en el momento que no se cumplen sus expectativas. Este radicalismo da alas a los partidos también radicales de la derecha para defender los derechos del hombre con la intención, oculta o no, de devolverle la supremacía perdida sobre la mujer. La lucha de la mujer no debe convertirse en una forma da abatir al hombre sino de unirle a su causa que es una causa común, de la pareja, de hombres y de mujeres.

Hombres y mujeres deben ir juntos, unidos, apoyándose, dándose protección y cariño, amparándose en el cuidado de la pareja y de la familia, de los hijos. Y si surgen las desavenencias y llega una separación, debe ser la razón de ambos y la justicia quien intervenga y nunca la violencia para disolver la relación sin que ninguno de los dos resulte beneficiado o perjudicado por su género. Siempre con el especial y exquisito equilibrio para que los hijos puedan salir delante de forma justa, tanto en el afecto como en el reparto de los bienes que atesoró la pareja y que deben repartirse entre ambos con absoluta equidad . 

Aunque quede camino por recorrer, parece que tras una larga lucha de la mujer, y también de muchos hombres, estos valores de equilibrio, tanto salariales como de reconocimiento del esfuerzo, se van asentando en nuestra sociedad. Este mismo equilibrio debe arrojar al pasado cualquier tipo de violencia tanto física como psíquica. Es un deber de la sociedad sentar las bases para evitar este tipo de comportamientos y anticiparse a ellos para evitar que la mujer se convierta en víctima. 

Y eso solo se va a conseguir desde el equilibrio, el sello del Tao en el que un exceso de frío debe compensarse con un poco de calor. 

elObservadorDCLM