Mora y Alonso, el control y el cariño dentro de la pasión política

No todos hemos tenido cerca a un lama que nos instruya sobre el control de la mente ante cualquier tipo de tormenta o de tormento. Ni todos conocemos desde la experiencia del budismo Zen, la práctica de la meditación trascendental o los actuales entresijos de la paciencia infinita que enseña el mindfulness para reducir los estados emocionales negativos e incrementar los sentimientos positivos.

Hay que hacer mucho más que eso para soportar estoicamente los aprendidos y reiterados hasta el infinito comportamientos de los y las dirigentes del Partido Popular en Castilla-La Mancha que, desde la etapa de Cospedal solo se dedican a crispar los nervios con sus exageraciones, sus mentiras y la habitual práctica de la pseudología, una enfermedad mental que en vez de zen insiste en la práctica de falsear la verdad y la difamación del contrario. Ninguna política rigurosa en favor de los ciudadanos.

No estaba ya para “zenes” Fernando Mora cuando la portavoz del PP regional Claudia Alonso insistía sobre el contenido de una agenda en la que el portavoz socialista suele apuntar ideas o acusaciones. En una tertulia televisiva, Mora hizo llegar, en un certero lance, la mencionada agenda hasta la mesa donde estaba Alonso con el fin de que ella misma leyera sus apuntes. 

Con similar rapidez y certeza, otra de las portavoces del PP de la región, Lola Merino, se refirió al “comportamiento violento” de Mora “tras arrojar una libreta” a Alonso, precisamente, añadió, en el Día Internacional de la Violencia contra la Mujer. Pidió su “dimisión inmediata y su expulsión” debido también a sus “palabra soeces y tabernarias” durante la tertulia.

Quien no había visto la tertulia se imaginaba a Fernando Mora en plan Freddy Krueger en plena Pesadilla en Elm Street con su rostro desfigurado, sus sombrero ajado, su jersey de rayas verdes y rojas y su guante de cuchillas.

Podemos ver en el vídeo dos momentos clave en la polémica: cuando Mora hace llegar la agenda a Alonso y cuando ambos políticos se muestran respeto y hasta cariño. Ni hubo falta de respeto, ni desprecio, ni actitud violenta, tal y como dice el PP en su nota de prensa, como lo demuestra el hecho no solo de que la tertulia continuase con absoluta normalidad, -o de que la “presuntamente ofendida” se mostrase en ningún momento como tal- más allá de la pasión que se suele poner en este tipo de encuentros por parte de unos y otros. La actitud amigable de ambos contertulios, mostrada explícitamente quince minutos después, demuestra cómo se puede compatibilizar la defensa apasionada de las propias ideas con el respeto y la consideración debida. 

Mal uso se hace de la realidad cuando se trata de tergiversar y difundir fragmentos aislados y extraídos del contexto general del debate.

La exageración de Merino es lamentable al relacionarla con los verdaderos episodios de violencia contra las mujeres, una realidad que, dicho será de paso, pierde peso al ser utilizada con semejante insensatez y ligereza.

Merino debe apuntarse a una escuela de política y de yoga nidra.

elObservadorDCLM