La presunta codicia del Borbón

Uno de los mayores pecados capitales que azota al comportamiento humano es la codicia. No mira ni a ricos ni a pobres, ni a nobles ni a plebeyos. Ataca con sus garras a todo aquel que cae en sus mortales fauces, incluso si ese, es el rey de España.

Tocado por la tentación de enriquecerse más y más, su pobre Majestad, que lo hizo sin querer aunque fuera durante muchos años y con plena consciencia, huye del país por la puerta de atrás como casi siempre.

Y es que la monarquía, que igual en algún tiempo fue noble institución, cayó en desgracia al airearse públicamente sus prácticas nada ortodoxas. Siempre ocurrió, los líos de faldas, el enriquecimiento constante, la información privilegiada.

 La diferencia es que antes no se decía públicamente. Porque el rey era el rey y tenia poder ilimitado para hacer y deshacer lo que le diera la gana.

Y el Estado lo permitía, había que defender lo indefendible porque su serena majestad así lo requería.

Pero entonces llegó Urdangarin con sus miserias, y el juicio mediático y el dolor de la familia y los tapujos que por debajo se querían tapar.

Mientras el emérito abdica y sin que nos demos cuenta, en dos días tenemos nuevos soberanos. El pueblo para la realeza es un poco tonto y lo hace rapidito para que no nos demos cuenta.

El entrante más preparado y mejor que el anterior hace lo que puede con la gran familia que no le deja de dar disgustos.

Sigue la estrella del culebrón, la princesa de plástico airada y ofendida que destapa por despecho o por millones de dólares a su adorado amante. Intrigas, acusaciones, reproches. Los trapos sucios de alcoba salen a la luz y el escándalo comienza.

Luego llega la justicia, la suiza, la española, porque no queda claro tanto dinero de dónde viene y a dónde va. Y ahí se hunde un poco mas la noble institución, que vuelve a quedar en entredicho nuevamente.

Para finalizar la huida, me voy de España para no arrastrar a una monarquía muy dañada. Mi querida majestad esto es un escandalo, vergonzoso, algo inaceptable. 

¿Y piden respeto?  No se… yo hace tiempo que soy republicana.

Marta Herrera