16.02.2021 10:50h.

Alumnos Asombrados

Por Julio García-casarrubios Sainz

Valdepeñas, 15 de febrero de 2021




Un profesor que impartía clase en segundo de la ESO, cuando habían terminado el primer tema del programa, empezaba la clase, anunciando a sus alumnos: prepárense que van a hacer un examen. El malestar corrió por la clase. Flotaba en el ambiente el enfado de aquellos alumnos. ¿Qué pasa? Preguntaba el profesor. ¿No es normal hacer exámenes? Sí, pero Vd. no lo había avisado. ¿Hace falta avisar un examen que va a versar sobre el tema que acabamos de exponer?

Además: Quiero advertir que este examen no tendrá como objetivo calificar a los alumnos, sino calificar la tarea del profesor. Pretendo con este examen comprobar si lo he desarrollado bien. Los alumnos quedaron desconcertados. Jamás habían oído que un examen sirviera para ponerle nota al profesor. No selo creían. -Este Sr. quiere calmarnos, quiere engatusarnos con este invento- Que no. Que la finalidad de los exámenes no está solo en puntuar a los alumnos, sino que también sirven para comprobar si la tarea de clase se ha desenvuelto con efectividad.

Pero como la incredulidad se manifestaba con más o menos efusión, el profesor les dijo; Vamos a ver: Para demostrar que con este examen quiero calificar mi labor en clase, y comprobar si lo estoy haciendo bien, no va a poner el nombre nadie en la hoja del examen. Vamos a hacer la prueba sin nombre. Sí. De verdad. Aquel profesor les convenció de que la tarea de clase no es solo responsabilidad de los alumnos; es también del profesor. Sí. Alumnos y profesores tienen que ver con normalidad que las evaluaciones deben afectar al alumno, al profesor y al sistema.


Julio García-Casarrubios Sainz
Valdepeñas. Ciudad-Real


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