30.01.2020 01:26h.

Evaluación Integral

Por Julio García-casarrubios Sainz

Valdepeñas, 30 de enero de 2020


Durante mucho tiempo hemos estado manipulando la palabra evaluación. "Evaluar es solo examinar al alumno". Por ese procedimiento conducimos a nuestros alumnos a creer que solo ellos son los evaluables; que solo sobre ellos recae la responsabilidad del proceso enseñanza-aprendizaje. Llevamos a infundir que la enseñanza-apredizaje es meterse en la cabeza unos conocimientos que luego tienen que volcar en los exámenes. El sistema no puede ser más aburrido. Es injusto y perjudicial.

La evaluación debe ser completa; es decir que afecte a todo el sistema. Hay que avaluar el aprendizaje del alumno, sí. Pero también evaluar los resultados conseguidos por el profesor; hay que evaluar el centro, el entorno, el sistema, las materias que se proponen, y como se proponen. En definitiva: la evaluación debe ser integral y continua. La evaluación no se puede reducir a examinar al alumno. La evaluación debe ser parte del mismo sistema.

Pero volvemos a lo de siempre. El problema que se presenta para lograr que la evaluación sea una herramienta para mejorar el proceso, y no reducirla a un control para el alumno, es que la enseñanza sea personalizada. La elección de las materias debe llevarse a cabo en función de los intereses de cada alumno, y el seguimiento del aprendizaje debe ser personal y continuo. Y esto no es posible sin una preparación profunda del profesorado y unos grupos que no excedan de 15 o 20 por aula, donde los alumnos puedan trabajar en equipo, investigando, aprendiendo a pensar, y obteniendo con su trabajo su propio aprendizaje.


Julio García-Casarrubios Sainz
Valdepeñas. Ciudad-Real


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