De género

Miranda Casandra abrió los ojos y se encontró con Molido Mosqueta apenas a un palmo de sus narices. En vez de dar un respingo, Miranda llenó lentamente de aire su estómago y esbozó una sonrisa cálida al expulsarlo mientras levantaba sus piernas y, con una rapidez inusitada, juntaba certeramente sus muslos en forma de tijera presionando por ambos lados el cuello de Molido, luego las estiró y lanzó aquel cuerpo de unos 80 kilos de peso como una tempestad arroja a un barco contra las rocas destrozando sus cuadernas y sus carlingas, desgarrando su velamen y quedando los restos del naufragio desperdigados al vaivén caprichoso del oleaje de la mar que siempre empieza. Miranda se levantó desnuda y contempló a Molido haciendo honor a su nombre, dolorido y maltrecho tras caer sobre la mesa donde la noche anterior su amada dejó abandonados unos trozos de pizza Margarita en una caja de cartón. Se acercó a él y, mirándolo sin pena, tomó una porción y comenzó a darle mordiscos mientras contemplaba los ojos de su ex novio que imploraban un poco de ternura. Miranda Casandra le soltó un puntapié en la barbilla, le cogió de una mano, alargó su brazo y le arrastró hasta la puerta, abrió y le lanzó fuera. Cuando se hubo desembarazado de aquella pesadilla, Miranda terminó su porción de pizza, se sentó en la cómoda y se pintó los labios de su rojo favorito mirando en el espejo su rostro distraído y ovalado.

Kimi