Nada al azar

Confío en el azar. Pienso que la tostada se caerá por el lado que no tiene untada la mantequilla y la mermelada y si al final se tuerce será causa de la rebelión de los objetos o que, en ese momento, el caos detecta una desatención extrema, una caída en mi línea de alta tensión. Es otra forma de avisarme, igual que le atribuyen al dolor sociedad con una lesión. Nunca me había planteado no dejar nada al azar porque, después de todo, tengo mis creencias. Manejar el destino es otra creencia, algo ridícula pero podría intentarlo. Empecé por lo que estaba en mis manos como cortarme las uñas prestando una meticulosa atención. A partir de ese momento, se supone que no existiría lugar para el error. Pero tampoco para el desliz creativo que podría producirse al enmendar un fallo. Tengo una gran facilidad para resolver dilemas de este tipo y pensé que a mayor precisión, el error me exigiría una enmienda más sofisticada y, por tanto, la novedad estética podría alcanzar otros horizontes, de forma que me puse a la tarea.

Kimi