El borde de sus alas

“Esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y sobre todo, ciega, y así no ve lo que hace, ni sabe a quien derriba.” (Don Quijote de la Mancha)

Vi su sonrisa, vi su risa y le entregué casi todo. Me quedé con un miligramo de prudencia por si aquel ensueño fuera, más que alimento del alma, un señuelo del cuerpo y cayera yo preso en las redes de sus veleidosos caprichos. Me preguntaba qué sería de ese débil aparte de sensatez si esa risa plena entrara en mi boca y sus labios acariciaran los míos deslizándose luego por la piel insensata de mi cuello, si su lengua dilatara los poros de mi imprudente pecho, rozara mi vello erizado y, en ese paseo por mi torso desnudo, una nube de mariposas volara vertiginosamente dentro de mi estómago alertando uno a uno mis poderosos músculos erectores, disparado al destino sin retorno y  entregado yo ya así sin asiento a sus encantamientos. Menos mal que no llegué a conocer nunca en persona a la que llaman Fortuna, se levantó y se fue con su risa y su sonrisa a tocar a otros incautos con el borde de sus alas.

Lago