¿Es la res pública una puta vaca?

No lo es pero a veces lo parece. O el panorama se nos muestra tan surrealista que, en el bosque de posverdades, mentiras reiteradas, lavados de cerebro, arengas y proclamas se pierde la perspectiva del bien común incluso del bien particular y, si me apuran, del bien a secas. Eso es la res pública, el interés de todos, la suma de esfuerzos de una familia, un pueblo, una región, una nación para salir adelante. Pero en su lugar se imponen las pugnas, los frentes retorcidos, las guerras donde algunos esperan obtener u obtienen ganancia de pescadores, los restos del naufragio:

¿Es una puta vaca una región que ahora mismo mantiene a todo el país en vilo porque algunos de sus iluminados dirigentes se han lanzado a una vorágine sin sentido, contra la ley, contra la sensatez, contra el progreso económico y social de ellos mismos y del conjunto del Estado? ¿No es una puta vaca llamar fascista a Joan Manuel Serrat? ¿No es una puta vaca comparar el franquismo con el esfuerzo de todas las generaciones que lucharon, muchas veces con su sangre y su vida, para exigir y construir una democracia y una Constitución en España?

¿Es una puta vaca un partido político en el que se enfrentan a muerte dos facciones, de la forma más dañina posible, de cara al exterior, dando a entender que son enemigos irreconciliables en vez de compañeros? ¿Es una puta vaca que, en vez del bien común, de la res pública, se aglutinen los viejos rebotados para crear el joven partido regenerado?

¡Cómo no va a ser una puta vaca la res pública si el partido político que dirige el país es el más corrupto e incompetente de nuestra democracia, un partido que, en cuanto puede, intenta convertir la cosa pública en su res privada para celebrarlo luego con una barbacoa entre sus familiares y sus amigos!

Pobre vaca.

elObservadorDCLM