El dolor, la ira, la contención y la venganza

No se nos ocurre pensar en un sacerdote lavando el cerebro en una iglesia católica a jóvenes y adolescentes para que cometan crímenes indiscriminados contra mujeres, niños, hombres, seres humanos inocentes que caminan tranquilamente por la calle. Y mucho menos pensamos que pudieran llevarlo a cabo por mandato de un Dios, creador de todas las cosas que premiara a quien cometiera semejantes actos incalificables que producen en la mayoría sentimientos de dolor, ira, contención y también de venganza.

Sobre esas emociones navega nuestra mente cada vez que se produce un acto monstruoso y sanguinario como el atentado de Barcelona.

Los medios de comunicación recibimos imágenes que circulan por las redes, grabadas instantes después de que la furgoneta conducida por un joven musulmán, adoctrinado por un imán, atropellara y causara la muerte y heridas a personas que caminaban por las Ramblas. Pensamos que esas imágenes tienen que publicarse porque reflejan una realidad que debe denunciarse, combatirse y evitarse. Luego reflexionamos y pensamos también en las familias, en su dolor, en la sensibilidad de muchos, en la contención y decidimos no publicarlas.

Esa misma reflexión nos ocupa a todos cuando recibimos mensajes de personas que claman venganza contra las familias de los terroristas, piden que sean extraditados inmediatamente a sus países y que los cuerpos de los yihadistas no encuentren jamás un supuesto descanso eterno.

Durante muchos años de guerras, santas o no, hemos conseguido instaurar en Europa valores como la tolerancia, la sensatez, el juicio, la prudencia. Hemos acogido a seres humanos que piensan de otra manera, que tienen otras costumbres. Y las hemos permitido.

Pero estos actos criminales indiscriminados vuelven a poner todos estos valores en tela de juicio y, de momento, ya no miramos igual a personas que aunque fueran diferentes eran como nosotros.

elObservadorDCLM