XIX EDICIÓN del Festival Celestina: la semilla de un grandioso trabajo / Paloma Moratilla

Un año más se inicia la aventura de Calixto y Melibea, las elucubraciones de Celestina, las traiciones de Pármeno y Sepronio, y el desfile de personajes que poco a poco van invadiendo el paisaje de La Puebla de Montalbán.

Diecinueve años celebrando un Festival en honor a un escritor de la tierra. A quien los avatares del momento no le dejaron encontrar la paz en su localidad natal, y es que nadie es profeta es su tierra. Como la gran mayoría de los artistas locales, salió buscando paz y tranquilidad que encontró como alcalde de Talavera de la Reina.

Nos enseñaron en el colegio que La Celestina, al igual que El Lazarillo de Tormes, eran dos libros de titularidad anónima, aunque siempre existió la certeza de la autoría.

Tal vez esa fue la razón por la que Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó (Duque de Alba), colocó en 1923, al poco de contraer matrimonio, una placa conmemorativa, como homenaje y recuerdo al autor en el lugar que lo vio nacer.

El duque de Alba

Tal vez la naturaleza intelectual del duque, o el haber sido diputado a Cortes desde 1905 a 1914 por el distrito de Illescas lo acercó a La Puebla de Montalbán, con ello colocó no solo una placa conmemorativa, sino la piedra primera sobre la que asentar la cultura “celestinesca” en ese lugar.

Durante mucho tiempo, un libro “prohibido”, olvidado y repudiado por la iglesia católica, hasta que en 1972 Manuel Criado de Val, estudioso y profesor de las letras puso su marca-páginas en la página que decía “El Bachiller Fernando de Rojas…”.

Manuel Criado del Val

Ese hombre declarado en el año 2.000 castellano manchego de Honor, y propuesto para el premio Príncipe de Asturias de las letras, puso en movimiento la segunda piedra, inyectando el veneno de la cultura a dos “pueblanos” que siguieron luchando por el reconocimiento de la autoría de la Celestina a la mano de Fernando de Rojas “nascido en La Puebla de Montalbán”, y lanzando por primera vez la idea de un Festival Celestina, al igual que había hecho en 1961 con el de Hita en Guadalajara.

Esos dos hombres, Anastasio Oliva Martín y Julián Moratilla Morón, dos amigos que se quitaron horas de sueño, e invirtieron gran parte de su salario en intentar crear una imagen que reconociera al autor de la Celestina, convenciendo al entonces alcalde Victorino Ortíz Garía-Paredes. De esta manera, el escritor tuvo su escultura, en el lugar de reunión de las gentes del campo: “La Glorieta”, era el año 1972, cuando las niñas de la escuela de la “Señorita Julia”, bailaron las jotas locales alrededor de Fernando de Rojas por primera vez.

Julián Moratilla Morón

Cansados de llamar a puertas, y recorrer despachos Anastasio y Julián dejaron al ocio propio y particular los estudios sobre Fernando de Rojas.

Hubo que esperar hasta 1996 cuando se inauguró el Museo de la Celestina en la localidad, de la mano de Justino Juárez del Cerro entonces concejal de cultura. La obra de Teo Puebla, de valor incalculable, va mucho más allá de la simple labor de pintor, sobre todo porque puso rostro a los personajes antes solo existentes en la memoria del lector. El cuidado y mantenimiento de los cuadros se ha visto ampliado el pasado año con la donación de los bocetos con los que trabajó el autor para la elaboración de su obra.

Teo Puebla

De esta manera  los pueblanos pudieron ver por primera vez teatralizado un Sermo. Medieval que representaba los juicios de la Inquisición. Las gentes del pueblo, de forma voluntaria y altruista hicieron las representaciones de la mano de un director de teatro que casualmente se llamaba Fernando Rojas.  Así fue durante dos años.

Al tercer año llegó La Recua Teatro, quien dibujó el Festival Celestina, tal como lo conocemos hoy.

Es de imaginar, que todos aquellos que trabajaron y lucharon por el reconocimiento popular de La Celestina, y por supuesto de su autor, hoy se verían satisfechos con el resultado de esta carrera de relevos, aunque no hayan podido escuchar los aplausos del público, ni el bullicio de sus calles, ni tan siquiera se les haya dado nunca las gracias por ello.

Esta es la razón por la que hoy dedico un merecido homenaje a quien puso la semilla de tan grandioso trabajo, porque no se hubiera llegado a esto hoy, de no ser por el esfuerzo del pasado.

A: Jacobo Fitz-James Stuart, Manuel Criado de Val, Anastasio Oliva Martín, Julián Moratilla Morón y Teo Puebla.

¡¡¡GRACIAS¡¡¡

Paloma Moratilla