Lucas-Torres irrumpe con fuerza en la lista de "insultadores" oficiales del PP de Castilla-La Mancha

El diputado del PP en las Cortes de Castilla-La Mancha, Antonio Lucas-Torres, parece desconocer principios básicos de un estilo de convivencia social basado en el respeto mutuo, el debate enriquecedor, la polémica, la crítica y, sobre todo, la consideración del oponente como persona, tal vez como adversario pero nunca como enemigo. Igual que los profesores, los catedráticos y otros profesionales, los diputados deberían pasar un examen para demostrar que llegan a los templos de la democracia tras estudiar y empaparse de conceptos básicos como tolerancia, pluralidad y, sobre todo, respeto.

En tan solo una de sus primeras comparecencias ante los medios de comunicación, el también alcalde de Campo de Criptana, ha llamado textualmente al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, “hipócrita, caradura, inhumano, frívolo, irresponsable y mentiroso”.

Claro que llueve sobre mojado. En vez de acudir a la escuela de la democracia, Lucas Torres ha ingresado en el Grupo Parlamentario Popular de Castilla-La Mancha donde parece que el insulto se premia y ha querido por ello escalar pronto posiciones ya que en eso de los agravios y las ofensas tiene cerca buenos ejemplos y buenos maestros. Y maestras. No son los únicos: ya existen en el mundo de la medicina y de las adicciones a comportamientos, estudios y diagnósticos sobre los insultadores compulsivos, adeptos a mofas y agravios, tendencias patológicas como la llamada coprolalia o el Síndrome de Tourette.

“...No podemos sustituir espectáculo por política, o tratar los insultos como un debate razonable". La frase es del ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ya imaginan referida a quién. Veinticinco siglos antes, el griego Diógenes había dicho que “El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe” y cosas como estas, pensamientos similares como el de Víctor Hugo: “Quien me insulta siempre no me ofende jamás”, deberían haberle explicado a Lucas-Torres y a los otros parlamentarios del PP que con estas acciones ofensivas pretenden menospreciar, provocar o irritar en vez de participar desde la oposición y sus críticas en un debate adulto y enriquecedor para todos los que en él participan. Siempre existió en el PP de Castilla-La Mancha un comportamiento respetuoso, muy diferente a la lucha libre en el barro que hoy se practica bajo el mando de la ministra de Defensa y del secretario del PP en la región, Vicente Tirado, a quien algunos apodan ya “Tiradosaurius” aunque en el fondo todos saben que es una excelente persona.

Resulta curioso que, en este teatrillo, lenguas viperinas y caras de perro se hayan convertido en los más visibles argumentos de quienes se definen conservadores, se supone de valores humanos, a no ser que se hayan quedado anclados en los inicios de la civilización y en aquel divertido pensamiento de Freud: “El primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra fue el fundador de la civilización”.

Parecía que de la piedra y el insulto habíamos avanzado al enriquecedor diálogo de las diferencias. Por si flaquean o se repiten, deberían saber los portavoces del PP en Castilla-La Mancha que existe en Internet una página llamada “Insultador” donde se pueden generar insultos automáticamente, aplicación que se promociona con estas palabras: “Aquí podrás generar insultos automáticamente, ¡devuelve la originalidad perdida al arte del insulto, acaba con el monopolio de los insultos de siempre”. Existen diversos niveles para insultar, nivel Unamuno, nivel Galdós, nivel Valle Inclán y nivel Quevedo. Ya saben.

Tal vez por influencia de la llamada “telerrealidad”, tertulias de baja estofa y redes sociales, el discurso social y político está perdiendo el más mínimo respeto exigido incluso a los que representan la llamada voluntad popular, quienes deberían dar ejemplo de que es posible defender sus legítimas ideas sin recurrir a sus propias descalificaciones. Pobreza de argumentos y pobre futuro nos espera si en este espejo nos miramos, si piensan que cabalgan porque los agredidos ladran. No hemos escuchado ningún ladrido, tal vez porque los supuestamente agraviados saben que quien se afecta por un insulto, se infecta.

elObservadorDCLM