Marcial, eres el más grande

Marcial, pese a no haber conseguido con su faena cortar ninguna oreja ni abrir la puerta grande del coso, se encamina, gallardo y torero, hacia el reconocimiento (totalmente inmerecido por cierto) que como premio a su labor, tras ordenar el cambio de tercio, el Presidente de la plaza, autoridad que dirige el espectáculo y garantiza el normal desarrollo del mismo, le ha concedido haciendo caso omiso de las pitadas y abucheos proferidos por el respetable (la comunidad educativa regional) que, totalmente estupefacta, se mesa los cabellos sin dar crédito a lo que está viendo.

Carencia de materiales básicos, aulas masificadas, escuelas rurales cerradas, miles de docentes despedidos, reducción o eliminación del personal de apoyo para alumnos con necesidades educativas especiales, y como regalo final publicación en el DOCM de los nuevos currículos de ESO y Bachillerato para dejar atada la aplicación de la LOMCE pese a que, o precisamente por ello, Emiliano García-Page avanzara la paralización de esta norma en el caso de ser investido Presidente de Castilla-La Mancha.

La riada de críticas no ha logrado apagar las luces de su traje de Secretario de Estado que, cual personaje de Próspero Merimée, luce con valor y arrojo dispuesto a enfrentarse a todos aquellos que intentan empañar y deformar el sentido de esta fiesta de carácter nacional.

Para aquellos que no dominan la simbología del espectáculo taurino, el torero representa la vida (ascenso del hombre) y el toro la muerte (de la educación pública y de calidad), pero también la razón y la sinrazón. La victoria del torero es un recordatorio de cómo el hombre (pésimo gestor) vence a la naturaleza (el pueblo indignado), impone su razón sobre la misma y la domina para ponerla a su servicio, incluso eliminándola.

La danza en el ruedo educativo no ha hecho más que empezar. Entre toro y torero se da un extraño y fascinante juego de seducción que, de cara a las próximas Elecciones Generales, puede tener sorprendentes (bueno no tanto) resonancias políticas.

Pero esa es otra historia, y hasta entonces Marcial, con su sonrisa de Mona Lisa, sabedor de que en esta danza lo importante no es desarrollar figuras complejas sino un buen estilo, saca pecho, mete estomago y, bien estirado, comienza a caminar (paso básico del baile) mientras se mueve al ritmo del pasodoble taurino que lleva su nombre, uno de los más populares, compuesto por José María Martín Domingo (música) y su esposa Josefina Porras (letra):

“Voy a los toros

porque esta tarde Marcial torea,

que es el más grande,

y sus faenas, derroche de emoción,

son todo arte, valor y corazón”.

Teresa Suárez