La última cena del PSOE, por Leonardo Da Vinci

“Antes de pintar una figura, estudiaba primero su naturaleza y su aspecto [...] Cuando se había formado una idea clara, se dirigía a los lugares en los que sabía que hallaría personas del tipo que buscaba y observaba con atención sus rostros, su comportamientos, sus costumbres y sus movimientos. Apenas veía algo que podía servirle para sus fines, lo dibujaba a lápiz en el cuadernillo de apuntes que siempre llevaba a la cintura [...] A continuación plasmaba todo esto en una figura que, una vez creada, movía al asombro”, Giambattista Giraldi.

Contemplen la imagen detenidamente. Representa los últimos días de la vida política del actual Secretario General del PSOE. Llegada la hora, Pedro Sánchez  se sentó a la mesa junto al resto de comensales y dijo: “Yo tenía gran deseo de comer esta pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de la Izquierda, porque uno de vosotros me traicionará”.

El anuncio causa estupor entre los diez seguidores de Pedro, más dos infiltrados, y ese es el momento justo que Leonardo intenta congelar para captar los movimientos del alma en los ojos de los presentes (unos se asombran, otros cuchichean, otros se rebelan) y ocultas estrategias futuras a través del lenguaje no verbal.

De izquierda a derecha, como no podía ser de otro modo, en el primer grupo aparecen Iñigo Errejón (Bartolomé),  Pablo Iglesias, con el pelo suelto porque está de fiestuqui (Santiago el Menor) y Emiliano García Page (Andrés) cuyas manos se mueven en un gesto inequívoco de “a mí que me registren”.

Segundo grupo, José Bono (Judas Iscariote, el traidor)  con pelo, mucho,  y barba negra, retrocede al sentirse aludido. Sobre el hombro de Zapatero (Simón Pedro) descansa, en señal de apoyo, la mano de Pablo Iglesias mientras la de José Luis lo hace sobre el hombro de Susana Díaz (Juan, el único imberbe del grupo, que para muchos estudiosos de esta obra no es en realidad Juan, sino una figura femenina cuyos pechos, según afirman, se revelan a través de los pliegues de la túnica).

Entre Simón Pedro y Judas Iscariote se ve una mano sosteniendo un cuchillo (el dibujo preliminar y las copias posteriores de La Última Cena demuestran que la mano y el cuchillo pertenecen al primero).

Pedro Sánchez (Jesús) aparece aislado en el centro, sin el característico halo de santidad, pero iluminado por la luz natural que la ventana situada tras él, abierta a la militancia, deja entrar haciendo destacar su figura.

En el tercer grupo, Eduardo Madina (Tomás) levanta un dedo amenazador exigiendo una explicación ante tamaña acusación. Tomás Gómez (Santiago el Mayor) aparece con un claro gesto de “Eh, eh, ¿de que vas?”, mientras Carme Chacón (Felipe, la otra figura sin barba) es la viva imagen del abatimiento.

Por último, en el cuarto grupo, Antonio Hernando (Mateo) junto a Juan Moscoso (Judas Tadeo) miran inquisitivamente a José Félix Tezanos (Simón el Celote), ¡un verdadero azote durante mis años de estudio en la UNED!, todos ellos indignados ante las palabras de su líder.

Un claro antagonismo buscado a propósito en la composición: lo viejo junto a lo nuevo, lo fuerte junto a lo débil, personas alteradas frente a personas tranquilas. Ante las palabras del Secretario General cada uno de los presentes reacciona de una manera: cólera, sorpresa, incredulidad, duda, culpabilidad. Un círculo perfecto que se cierra con todo un sorprendente despliegue de emociones y reacciones que no cesan.

Si por algo destacan las composiciones de Leonardo es porque en ellas parece haber códigos secretos, mensajes escondidos y un simbolismo que escapa al entendimiento del común de los mortales. Sin duda son obras que dan lugar a diversas especulaciones y se prestan a la elaboración de múltiples teorías conspiracionistas.

Y así, mientras analiza la escena con lupa para intentar desentrañar la mente del maestro que ideó la misma, en el Juego de Tronos Electoral de este 2015, el lema de la Casa Stark, el PSOE, (“Se acerca el invierno”) se hace más y más palpable, mientras el PP, la Casa Lannister (“Un Lannister siempre paga (cobra) sus deudas”) y Podemos, la Casa Baratheon (“Nuestra es la furia”), cada día se ven más cerca de ocupar el trono de hierro.

Teresa Suárez