La gran invención del Partido Popular: todos los partidos y todos los políticos son iguales

La reciente campaña del diario El Mundo contra el Partido Socialista de Barreda en Castilla-La Mancha y en el llamado Caso Cuadrifolio ha demostrado ser una gran mentira, una garrafal manipulación. Pero el "calumnia que algo queda" es una de las bases para cimentar el mejor argumento del Partido Popular en los últimos años y es fijar en el pensamiento de los españoles que todos los partidos y todos los políticos son iguales. Por eso, porque "todos son iguales", el PP y el gobierno pueden permitirse el lujo de corromperse, mentir, llevar una caja "B" durante años, repartir dinero negro, defraudar a la Hacienda Pública y realizar reformas que nos afectan a todos sin el apoyo de nadie. Y que nunca pase nada.

Una de las campañas más exitosas del Partido Popular en los últimos años y que más ha prendido en la opinión pública, es asegurar que todos los partidos son iguales, que todos los políticos son iguales. Se trata de una hábil argucia que le permite al Partido Popular de Rajoy y Cospedal destruir el estado social que hemos construido en los últimos veinte años, aprobar en solitario reformas brutales como la laboral y la local, aprobar la Ley Wert o retirar la becas a los universitarios, la Ley de aborto, aprobar en solitario la reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha para dar el "pucherazo" electoral el próximo año, favorecer a los "mercados financieros" y a la Europa más carroñera mientras aumenta el desempleo, el paro, la precariedad y el hambre y ya son miles las familias donde no entra ningún sueldo ni ayuda social en sus casas si las conservan. Esa misma estrategia le permite asegurar al gobierno que la economía va bien y que, gracias a su esfuerzo, estamos en la senda de la recuperación.

TODOS SON IGUALES QUE BÁRCENAS O LA TRAMA GÜRTEL

El "todos son iguales" es una estratagema magnífica para minimizar casos de corrupción probados como la trama Gürtel, la caja "B" o el dinero negro del partido que gobierna España, los más que probables sobres mensuales, los sobre sueldos, los fraudes a la Hacienda Pública y, sobre todo, el haber mentido al país en los medios de comunicación y en sede parlamentaria al asegurar que su ex tesorero había dejado de cobrar una nómina del PP en 2010 cuando se ha demostrado que la siguió recibiendo hasta 2013 y que, por tanto, era aún miembro destacado del PP cuando ya se había demostrado su imputación, cuando escondía millones de euros en paraísos fiscales. No contentos con eso, con estar en nómina, le triplicaron el sueldo una vez imputado como "premio" por tener que abandonar su escaño. ¿O era un permio por callar que no pudo durar mucho tiempo?

Esta mentira y la del finiquito en diferido hubiera forzado a dimitir a un presidente en la mayoría de los países de la órbita democrática del planeta, pero el PP está logrando que la noticia haya pasado a las páginas interiores de la mayoría de los grandes periódicos que han cambiado a sus directores y han modificado sus prioridades editoriales.

Los ciudadanos somos conscientes de todo esto, del aprovechamiento de la crisis por el gobierno del PP para dar un mazazo al estado social y beneficiar a empresarios amigos en negocios privados como los hospitales que antes eran servicios públicos o volver a una educación clasista que premiará el futuro de los hijos de los que pueden pagar mejores colegios privados y universidades privadas de las que saldrán las futuras clases dirigentes del país. Sabemos que el PP de Rajoy y Cospedal ha culminado una cruzada en contra de los ciudadanos a los que ha tratado de manera inmisericorde, en contra del Estado de Bienestar pero...

Pero su gran éxito ha sido establecer la idea de que todos los políticos son iguales y que aunque ellos hayan destruido, mentido y se haya demostrado la corrupción en su partido, el resto de las opciones tampoco merecen la pena ya que todos son como ellos.

LA "FALLIDA" CAMPAÑA DE EL MUNDO CONTRA EL PSOE

La idea del "todos son iguales" se ha cimentado en operaciones mediáticas como la llevada a cabo la pasada semana en el diario El Mundo en vísperas de la campaña de las elecciones europeas. Una campaña de desprestigio del anterior gobierno socialista de Castilla-La Mancha presidido por José María Barreda al que acusaban de haber fomentado una trama similar a la Gürtel. Se trataba de una operación en toda regla, que debería alcanzar un relieve nacional, lanzada presuntamente desde el propio Partido Popular pero que, desde el primer momento, demostró adolecer de datos rigurosos. Todo lo contrario, se descubrieron errores tan garrafales en las supuestas pruebas que el propio diario se vio obligado de rectificar y retirar unos correos obviamente amañados. Estas brutales campañas que se demuestran falsas deberían ser objeto de durísimas sanciones por parte de la Ley y también por parte de la opinión pública. Desprestigian al medio y también al partido al que pretenden beneficiar.

Pero, una vez más, el calumnia que algo queda, funciona. Es evidente que no es lo mismo un partido que ha creado, junto a los ciudadanos, el Estado del Bienestar que el partido que lo está destruyendo. La idea ha arraigado, sin embargo y puede convertirse en el sostén político de un gobierno y un partido que deberían bajar a segunda y volver a ganarse, con trabajo y no con argucias, la confianza de todos.