La prodigiosa aventura de la señora Albita con el señor Pináter (3) La Grande de Schubert

Berta invito a la señora Albita a un concierto en el Real Auditorio. El programa resultaba de su agrado, la Concordante de Mozart y la novena de Schubert. Durante su entrada en la sala ya se pensó Albita que Pináter estaba en ella, no junto a ella. Llevaba varias semanas ocupada por su espíritu y ahora miraba el escenario con los ojos de Pináter, sentía la profundidad del momento en el espíritu de Pináter pero no fue hasta el andante de La Grande cuando un éxtasis se apoderó de su cuerpo ocupado por sus sentidos, su emoción, su sensibilidad. A la salida, Berta le preguntó por sus lágrimas:

- ¿Qué te pasa, Albita? ¿Otra vez Pináter?

- Siempre Pináter, querida.

- ¿Te vas a decidir a conocerlo?

- No se si debo porque de alguna manera yo soy ya Pináter y no se qué pensará él de mi ocupación, ni tampoco alcanzo a precisar si una relación real esfumará mi estado de gracia, francamente, Bertita: ¿tu qué piensas?

- Sigue así, de momento, a ver qué pasa, a ver cuánto te dura el orgasmo de la suplantación, sigue acariciando la vida a través de sus dedos, perfuma sus sentidos con tus placeres...y si una día se acaba, ve a buscarle, a ver que pasa.

Sin duda llegaría ese día, pensó doña Albita mientras tragaba una dulce saliva, néctar para la lengua de Pináter.

Edgar